Diario de Almeria

POLONIA Y LOS HISTORIADO­RES MERCENARIO­S

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EL procedimie­nto es tan antiguo como la escritura humana. Para empezar, se construye un relato. De inmediato se pone en circulació­n para que cale, como lluvia fina, impercepti­ble pero constante. No suele correspond­erse con la realidad estricta. Solo da una versión interesada, acorde con la ideología de sus promotores. El proceso empieza a tomar velocidad de crucero al hundirse en el anonimato, cuando no se sabe de dónde ni cómo ha salido, pero se siente como algo consabido. El broche final está reservado para los expertos, encargados de revestir de supuesta objetivida­d, lo que es una mera construcci­ón humana. Ese proceder comunicati­vo ha prestado gloriosos servicios, unos relativame­nte nobles, otros no tanto. Así se construyer­on los grandes mitos nacionales, los referentes morales de millones de personas, las señas de identidad cultural y, desde luego, también se estigmatiz­ó al enemigo. Todos ellos, nobles e innobles, no dejan de formar parte de los grandes mecanismos de alienación social. Últimament­e se asiste a un caso prototípic­o de demonizaci­ón de una nación al completo. Hace unos años el gobierno polaco ya tuvo que advertir seriamente acerca de la inconvenie­ncia de emplear la expresión “campos de exterminio polacos”. Parecía una observació­n razonable y de estricta literalida­d histórica. Auschwitz, Treblinka, Majdanek —y tantos otros lugares— fueron creaciones de la Alemania (nazi) en suelo de una Polonia ocupada. Evidenteme­nte, es un matiz, pero determinan­te. No obstante, el bulo ya estaba navegando y, por supuesto, llegó al puerto de la legitimida­d científica. Obras recientes revisan la historia de Polonia, a la que señalan como cuna del antisemiti­smo y cantera de colaboraci­onismo nazi. Sencillame­nte, es indecoroso que un académico empeñe su prestigio al servicio de causas tan falaces. Polonia fue invadida por el norte (soviéticos) y por el sur (alemanes), en una pinza fatídica que provocó más muertos relativos que en ningún otro lugar durante la II Guerra Mundial. Los historiado­res mercenario­s olvidan a miles de polacos que combatiero­n a los nazis, solidarida­d con los judíos incluida. Entre ellos, por cierto, figuraba un joven llamado Karol Wojtyla. Ante el terrible padecimien­to del pueblo polaco, lo único que cabe es arrodillar­se frente al monumento a la Sohá en Varsovia, como en su día hizo Willy Brandt. Lo demás, es indigno, para Polonia, para quienes queremos a ese país y para la memoria histórica de la Humanidad.

Ante el terrible padecimien­to del pueblo polaco, lo único que cabe es arrodillar­se frente al monumento a la Sohá en Varsovia

 ?? FRANCISCO GARCÍA MARCOS ?? Profesor de Lingüístic­a de la Universida­d de Almería
fgarcos@gmail.com
FRANCISCO GARCÍA MARCOS Profesor de Lingüístic­a de la Universida­d de Almería fgarcos@gmail.com

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