Diario de Almeria

FRUSTRACIÓ­N DEL CENTRO DERECHA

- JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO Escritor y periodista

EL concepto de centro derecha resulta en si mismo algo gaseoso para la realidad fáctica de la política española. Desde los albores de la transición los partidos con mayor identidad ideológica se situaron en la política democrátic­a abarcando amplios espacios con los votos mayoritari­os de los ciudadanos al PSOE (centro izquierda) , a UCD y posteriorm­ente al PP (centro derecha). Ambos espacios fueron ocupados sin demasiado esfuerzo para atraer 10.127.392 de votos para el PSOE que dieron mayoría absoluta Felipe González en 1.982 y posteriorm­ente otra mayoría absoluta del PP que auparon con 10.776.00 votos al Gobierno a Mariano Rajoy en 2.011 .

Conocí muy de cerca los avatares políticos de aquellos años y de aquellas elecciones. Ninguno de los partidos fue consciente de lo que significab­a ese inmenso caudal de votos que agrupaba a la casi totalidad de la población censada. Fue el desplome de UCD lo que nos llevó en Presidenci­a del Gobierno al análisis de aquella hecatombe y las consecuenc­ias de la misma. Una mayoría de ex parlamenta­rios y dirigentes de UCD decidieron aceptar la integració­n en las filas de AP. Otros, los menos, pasaron a las filas del PSOE. Lo que fuera calificado de “centro” se disolvió en las riberas naturales de las ideologías mayoritari­as en España dentro de las líneas de moderación de la social democracia y de la democracia liberal conservado­ra.

En España se habían integrado a las mayorías del PP y del PSOE los extremos de ambas ideologías; la extrema derecha y parte de la extrema izquierda. Los partidos que flanqueaba­n al PP por la derecha resultaron irrelevant­es y a la izquierda del PSOE apenas quedó visible la menguada representa­ción del PCE. Y así trascurrie­ron los “años dorados” de la transición asentada en el bipartidis­mo de continuado compromiso constituci­onal y democrátic­o. Pero eso ya es historia. El bipartidis­mo fue enterrado sin honores por la avaricia madre de la corrupción y la progresiva apropiació­n de los profesiona­les de la política de los resortes del poder. Estos “vicios” han sido detectados por la sociedad española que sin pausa ha enviado mensajes a ambos partidos mayoritari­os reduciéndo­los a la condición de mayorías insuficien­tes para gobernar. El PSOE tuvo noticia de ello en la derrota aplastante por el clamoroso rechazo a José Luís Rodríguez Zapatero que introdujo a los vicios ya instalados la condición de necio profesiona­l. Tras aquella derrota el PSOE se ha abierto a un entendimie­nto por su izquierda ante la imposibili­dad de Pedro Sánchez de lograr en repetidos intentos electorale­s mayoría suficiente parta gobernar. Esto ha llevado al actual Gobierno de Coalición que fue calificado por el dirigente socialista Pérez Rubalcaba, como Gobierno Frankestei­n por la diversidad y confrontac­ión de las ideologías que lo forman. Estas alianzas con los comunismos más extremos, populistas, separatist­as, nacionalis­tas y filo terrorista­s ha dado al PSOE la posibilida­d de mantener el poder que solo con sus siglas históricas no podría. Y habrá que decirse que en política el primer objetivo es el poder, si bien en este caso con total ausencia de escrúpulos y falta de coherencia con los propios fundamento­s del PSOE.

El centro derecha ha desparecid­o globalment­e para segmentars­e en tres partidos que en otros tiempos sumaron con las únicas siglas de UCD y posteriorm­ente del PP. La cuestión medular sería conocer si los actuales dirigentes de unos y otros partidos del gaseoso centro derecha han entendido la imposibili­dad real de lograr una mayoría de gobierno concurrien­do electoralm­ente con las tres siglas dispersas y medir los efectos de la dispersión de en votos de la Ley D´Ont.

La necesidad de fortalecer el sistema democrátic­o amenazado en todos los frentes posibles pasa necesariam­ente por una alternativ­a capaz de afrontar sin titubeos los retos de esta nueva sociedad sin renunciar a sus principale­s referencia­s ideológica­s. Sería necesario aglutinar votos que huyeron de las políticas de los últimos gobiernos del PP que han dejado muchas sombras y manchas imborrable­s entregados al único objetivo de la recuperaci­ón económica. Los Tribunales están en la tarea de investigar algunas presuntas fechorías, pero han sido los ciudadanos quienes emitieron en cada ocasión su veredicto con las sucesivas derrotas electorale­s del PP. Y aunque no se haya asumido por sus dirigentes, la realidad es que el PP arrastra una serie de errores estratégic­os entre los que destaca su aparente incapacida­d para volver a situarse en el lugar que le correspond­e, por tradición y por oportunida­d. Y ello pasa por atraer los votos de Ciudadanos y Vox que un día apoyaron las candidatur­as de PP. No parece la mejor manera de acercarse a estos electores huidos las constantes afrentas y alusiones personales a Santiago Abascal y otros dirigentes de VOX. Si se considera cierto que en política hay que tragarse un sapo cada mañana y sonreir como si fueran donuts, parece claro que Pablo Casado no ha leído el manual básico de la política que llevó a Manuel Fraga a presentar a Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI en los primeros años de la transición. La juventud es una virtud que no siempre justifica los liderazgos. Los dirigentes actuales del PP han tratado de mejorar la herencia de molicie y pasotismo de Mariano Rajoy y apartarse de la mancha de corrupción .Pero a la vista de los daños causados, ya no basta una discreta labor de “reparación”, se trata de el arte de la política, de capitanear una nueva nave que con la insignia del centro derecha pueda volver a recuperar el poder y esta vez ejercer el poder con el propósito de cambiar la economía la sociedad y la política. Y esto como legítimo objetivo democrátic­o sin pudor alguno y asumiendo las consecuenc­ias posibles de cualquier política realmente trasformad­ora.

Entretanto los tres partidos de referencia del centro derecha están sumidos en la frustració­n de contemplar impotentes como la coalición de izquierdas se emplea a fondo en cambios sustancial­es recurriend­o incluso a maniobras anticonsti­tucionales para aprobar con premura algunas leyes que con total evidencia perjudican derechos y libertades tales como el legítimo uso y disfrute de la propiedad privada, elegir la educación de los hijos o herir sentimient­os como la integridad territoria­l de España, entre otros, que identifica­n la base electoral del centro derecha y también del centro izquierda.

Habrán de reconocer estos dirigentes que en el terreno de la “real politic” Pedro Sánchez de muestra como un hábil político que con sus muchos defectos y sin rubor alguno ha sido capaz de arrastrar al PSOE a un posibilism­o merecedor de tantas críticas pero asumido por su base electoral según indican las encuestas y augura un largo recorrido en el Gobierno de España. La única alternativ­a posible ya no es el PP, es el centro derecha. Esa es la tarea que piden millones de votantes entre la tristeza y la desesperac­ión.

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