Diario de Almeria

ESTADOS, PAÍSES Y UTOPÍAS

- JOSÉ MARÍA REQUENA COMPANY Abogado

USAR términos como Estado, Nación, Patria o País, suele comportar una empanada semántica que embrolla la reflexión propia y los debates con ajenos. Por ejemplo, que el nuevo ministro Sr. Iceta diga que en esta “España plurinacio­nal, hay ocho naciones coexistien­do en un estado” es todo un galimatías para quienes creíamos que España es un País, un ente sociopolít­ico donde existen diecisiete autonomías. O una Patria madre con muchas patrias chicas: a cada cual, la suya. Porque lo de “plurinacio­nalidad”, suena a oxímoron: lo nacional repele la pluralidad. Por definición. De ahí la empanada que decía, superada en modelos como el de EEUU, donde coexisten 50 Estados en un solo País; o como el alemán, un mosaico de 16 Estados (länder) y una Alemania común. Pero será que no es tan fácil de asimilar viendo tanto trajín del Psc y asociados, afanados en politizar su apego identitari­o al lugar donde nacieron (nación), que acaparan para sí, como algo distinto y distante a sus vecinos: ideologiza­do en una pasión insana que les auto abrasa, y propagan, impunement­e. Porque a ver, un Estado, en puridad, no es sino el conjunto de los órganos y burocracia que gobierna un terri

Hablar de Estado, Nación, País o Patria comporta una empanada que embrolla la reflexión propia y los debates con ajenos

torio. Ni suscita ni requiere sentires, solo funcionari­os e impuestos. Mientras que la idea prístina de Patria alude a ese sano y natural apego al terruño donde cada cual nació o habita. Y el ideal de Nación, se nutre por ese mismo sentir patriota, pero degenerado por el sesgo populista del supremacis­mo o, si quieren y dicho a lo llano, por el odio contra el vecino: una ebullición malsana del impulso reptiliano del “Ellos y Nosotros”, colectiviz­ado.

Una distopía que espanta a quienes nos vale como patria chica cualquier fogón entre familia o amigos, guitarras y libros: esté en Fiñana, Olula del Río, en la Ínsula de Gatuna o la de Barataria. Y por Estado, nos vale hasta esta autonomía andaluza, asevillada, que integra con otras un País legitimado por siglos de historia, España, a la vez Estado y Patria para sus pueblos. Aunque ya me gustaría, ya, que, a esa Patria, unida a Portugal, mañana pudiera llamarla Iberia. Y otro día pudiera presumir de patriota, también, pero en una Europa de ciudadanos que maldijéram­os al unísono las Grandes Guerras como las guerras civiles, entre hermanos, que al cabo fueron. Una utopía tan inverosími­l como aspirar a ver un mundo convertido en un solo un País donde cupiéramos todos. Amén.

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