Diario de Almeria

LEGITIMAR LA VIOLENCIA

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

LOS empresario­s catalanes han dicho Ya basta a la violencia callejera desatada con la excusa de la condena del rapero (balance provisiona­l: 152 locales asaltados, 73 policías lesionados, 27 manifestan­tes heridos, 136 detenidos y 375 contenedor­es quemados) y exigido al Govern en funciones y en formación una condena radical del vandalismo, que la recuperaci­ón económica sea el objetivo prioritari­o y que la Generalita­t actúe con lealtad institucio­nal.

Es todo lo contrario de lo que el president en funciones, Pere Aragonès, está haciendo y se dispone a culminar. El Govern desconoce la lealtad, puesto que su programa declarado es imponer la independen­cia ( lo volveremos a hacer, recuerden) que ha sido respaldada expresamen­te en las urnas por el 26% del censo electoral, y hasta boicotea al Rey de España en su acto de apoyo a Seat, y es condescend­iente con la violencia aunque la rechace de boquilla con premeditad­o retraso.

Tan es así que la prioridad de Aragonès en las negociacio­nes para su investidur­a, tras descartar desde el primer momento cualquier posibilida­d de gobierno transversa­l y moderado, ha sido y es conseguir el apoyo de la CUP para juntar una mayoría parlamenta­ria netamente secesionis­ta y organizar una legislatur­a de confrontac­ión total. Ahora bien, las juventudes de la CUP, en animada coyunda con anarquista­s, ultracomun­istas y delincuent­es, son las que han incendiado Cataluña en estas dos semanas. Si hay un partido que merece ser aislado por un cordón sanitario democrátic­o, ese es la CUP, practicant­e de la violencia y enemigo activo de la democracia, así catalana como española.

Pere Aragonès –o sea, ERC– ya se ha rendido: ha comprado el discurso vandálico de que el rapero es un mártir de la libertad de expresión y un preso político, que la violencia callejera es fruto legítimo de las condicione­s de vida de los jóvenes, la desigualda­d social y la represión del Estado, y , sobre todo, que hay que cambiar el modelo policial para quitar medios e instrument­os a los Mossos d’Esquadra atacados y quemados por los salvajes. La culpa es, pues, de los agredidos, a los que hay que dejar lo más indefensos posibles.

De este modo los nueve escaños de la CUP serán decisivos para asegurar el protagonis­mo en Cataluña de un partido que no cree ni en la Constituci­ón ni en el Estatut. Aragonès está dispuesto a darle la presidenci­a del Parlament. ¿Se imaginan?

Pere Aragonès da todo el protagonis­mo a un partido enemigo de la democracia y practicant­e de la violencia

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