MUCHAS GRACIAS
CONOCÍ Almería en 1969. Estaba entonces viviendo en Granada. Allí tuve como compañeros a algunos almerienses, que desde entonces son buenos amigos. Tuve la suerte de visitar Almería, dejarme guiar por gente que quería a su ciudad. Me enseñaron el casco urbano y la costa. Me quedé encantado. Desde entonces he visitado muchas veces esta ciudad andaluza.
He vivido su crecimiento y desarrollo. Los cultivos bajo los plásticos. Conocí a algunos agricultores, sacrificados, que querían con toda el alma a su familia que era lo que más le motivaban o dejarse la vida en esos plásticos con jornadas extenuantes. Esto es uno de los motivos que explican que el primer artículo de esa sección lo haya titulado así. Por tanto, puedo decir con toda razón ¡Muchas gracias a mis amigos almerienses!
Evidentemente tengo otros muchas razones para dar las gracias, a mucha gente y por muchos motivos. Mi vida ha sido un poco movida. He vivido en varias ciudades porque he sido profesor en 5 universidades. Empecé mi experiencia como profesor universitario en Granada, en la licenciatura de Ciencias Matemáticas. Allí estuve varios años de profesor al terminar la carrera en el 1971. Después volví a Sevilla de donde soy y trabajé en el Colegio Altair, situado en una zona desfavorecida. Allí se estaba empezando y había pocos medios. Pero disfruté mucho, Seguramente allí descubrí que ayudar a los demás me hacía muy feliz. Durante mi vida universitaria, ayudé a los alumnos, padres y compañeros. Después a los amigos que he ido haciendo durante los 71 años de vida que tengo. Ahora ya jubilado soy muy feliz. Tengo pasión por ayudar y a eso dedico todo mi tiempo.
He tenido experiencias muy variadas y enriquecedoras. Sobre todo, tengo la suerte de haber desarrollado una capacidad de comprensión de las situaciones y problemas de los demás y todas las actitudes que se fortalecen al ser profesor, al estar siempre rodeado y tratando a jóvenes de todo tipo, culturas, países, etc. Cuando era un profesor joven, un profesor experimentado me trasmitió el secreto para ser un buen profesor. Era muy sencillo: querer a los alumnos como son, con sus virtudes y defectos. Por eso es lógico que tengo muchos amigos que han sido alumnos. Iré contando más experiencias, pero adelanto que me he reinventado varias veces. Reviso mi vida, mis experiencias y necesariamente tengo que concluir con un ¡Muchas gracias!
Conocí a algunos agricultores, sacrificados, que querían con toda el alma a su familia