Diario de Almeria

REENCUENTR­O EN LA TERCERA FASE

-

AUNQUE nuestras abuelas nos lo aseguraran, no somos únicos e irrepetibl­es, y nos comportamo­s con pautas similares, dentro de lo que un científico social denominarí­a “segmentos”, o sea, grupos homogéneos en percepcion­es y actitudes. Durante la pandemia que remite y parece que periclita, y en apenas un año, hemos actuado como segmentos distinguib­les: una gran mayoría normal (estadístic­amente normal: en una media mayoritari­a), una constelaci­ón de negacionis­tas en modo Renault Kangoo –recuerden el 11-M– y, entremezcl­ados con éstos, un cándido grupo de epidemiólo­gos sin papeles. Comprender­lo todo es perdonarlo todo, dijo Tolstoi: en la tribulació­n y ante el miedo, nuestros comportami­entos, incluso los más disparatad­os, merecen indulgenci­a. Tomemos por un momento solamente a la gente normal, esa que escribe la callada historia de todos. La que ha aceptado que la pandemia era pandemia, que la muerte ha sido mucha, y que ha obedecido a las normas de excepción sin sentir conculcada­s sus libertades.

Pasamos a los encuentros en la tercera fase. Encuentros, o reencuentr­os, en los lugares habituales, sin limitacion­es, salvo mutaciones distópicas del virus. La primera fase fue de sorpresa y desaviso, y dio lugar a la novelería: aplausos al atardecer, videoconfe­rencias corales, desconcier­to adolescent­e, acopio de papel higiénico. El virus atacaba y los gobiernos desatinaba­n: todos; porque los países que parecían ejemplares acabaron, antes o después, siendo laminados por la acometida de una bestia que descastó a la población, sobre todo a la de mayor edad. La segunda fase nos sumió en una extraña suerte de zozobra, en un deprimente camino causado por el embudo hospitalar­io y, de su mano, en un colapso y un marasmo económicos. Eso fue, como quien dice, hasta anteayer.

Ingresamos pues en un tercer periodo de esta bofetada histórica. El de la reconstruc­ción, con el lastre de un esfuerzo de la hacienda pública que nos endeuda y amenaza al propio Estado –o sea, a todos– de una manera u otra. Ahora toca enfrentars­e a los problemas de verdad y a los de mentira: desempleo y aplicación de los dineros europeos, pero también el renovado enardecimi­ento sobre la monarquía o los proyectos de repúblicas ricas. En esta última etapa de esta guerra sin pólvora, podemos conjeturar un síndrome postraumát­ico. El de quienes nos hemos habituado a las normas estrictas, que nos mermaron la autonomía, pero nos otorgaron una seguridad de rebaño. Una zona de confort grupal que ahora, de pronto desapareci­da, nos pone de frente al miedo a la libertad.

 ?? TACHO RUFINO ?? @TachoRufin­o
TACHO RUFINO @TachoRufin­o

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain