Puerto Real: eterno ‘déjà vu’ industrial
● La crisis aeroespacial que amenaza a la planta de Airbus abre un nuevo episodio en un municipio gaditano demasiado acostumbrado a los vaivenes laborales
El 22 de febrero de 2007 era jueves de Carnaval en el municipio gaditano de Puerto Real. Se había anunciado el pregón de Antonio Martín, pero ese día otro anuncio lo eclipsó todo. La dirección de Delphi Automotive Systems España comunicaba al comité de empresa de la fábrica local el cierre de la planta, dejando en la estacada a las más de 1.900 trabajadores.
El 18 de febrero de 2021 también era jueves y, de no ser por la suspensión a causa de la pandemia, Puerto Real también hubiese estado preparándose para el Carnaval. Ese día la ciudad recibía otra noticia: el posible cierre de la planta local de Airbus. Empieza otro conf licto con la esperanza de un mejor desenlace.
En medio de esas fechas, otros nacimientos y cierres de pequeñas y medianas empresas que han crecido a la sombra del metal, y unos astilleros en los que difícilmente se pueden marcar períodos largos de estabilidad. Desde los años 80, cuando comenzó el proceso de reconversión naval, las barricadas se han convertido en un elemento más del paisaje de Puerto Real, en el mismo escenario en el que hace casi 200 años se libró la batalla del Trocadero (1823).
La sensación de tener que pelear para conseguir trabajo es el pan de cada día en este pueblo gaditano. Todos recuerdan los duros enfrentamientos de los trabajadores del Dique con la Policía en pleno centro de la ciudad, en épocas en las que los monos azules dejaban de verse en los tendederos. El ADN de los puertorrealeños está forjado en metal. Su historia y su pan es la industria: la naval, la automoción o la aeroespacial, pero siempre siendo en centro de la actividad industrial de la Bahía de Cádiz, que es de todo menos estable.
“La inestabilidad en industria es una realidad a la que no nos podemos acostumbrar”. Lo dice Antonio Noria, quien en diferentes etapas estuvo al frente del comité de empresa del astillero de Navantia en Puerto Real. Ha visto la “caída en picado” del sector naval y nunca ha cambiado su discurso: “Lo que hace falta es mano dura por parte de las administraciones”, repite siempre que puede. “Los astilleros han caído en el olvido más absoluto, y no sólo por el abandono civil, también en el ámbito militar, que no tiene cartera de negocio”.
También cree necesaria una iniciativa “solidaria y de movimiento” porque esto “no sólo afecta a los grandes centros industriales, sino a la ciudad al completo. Esto hay que pararlo y no pueden hacerlo sólo los trabajadores de cada empresa”. Noria habla de la “industria de la Bahía” de Cádiz, pero reconoce que la “industria de Puerto Real no tiene otra cosa que no sea industria”.
También en su ADN está la lucha obrera y, aunque sabe que en otros puntos de España también se ha ganado el trabajo en las calles, cree que en Puerto Real ha sido especial porque se ha logrado muchas veces evitar el cierre de los astilleros. “Mientras las puertas estén abiertas hay futuro. Habrá el diente de sierra (se refiere a los picos en la carga de trabajo) que siempre tenemos, pero las puertas deben estar abiertas”.
Recuerda que en el contrato de los petroleros el astillero dio trabajo a más de 3.000 personas. No hay nada que genere tanto empleo en esta zona. “Lo que hace falta es que las autoridades digan ya qué es lo que está pasando en la Bahía y por qué no se apuesta por nuestra industria”.
Y sin querer entrar en temas “más profundos”, gira la cabeza desde los astilleros hasta el polígono de Las Aletas. “Nadie sabe qué pasó, qué pasa ni qué pasará con eso. Podría haber sido un excelente vivero de empresas, porque hay más de medio millón de metros cuadrados que se podrían usar, pues están dentro del PGOU de Puerto Real y fuera de las afecciones medioambientales, pero los que ahora están ni tan siquiera conocen la zona”.
Tan bien como Noria conoce los problemas de la industria José Antonio Barroso, tubero de profesión y alcalde de Puerto Real desde 1979 a 2011, a excepción de la legislatura 1995-1999. “La primera crisis del metal, en los 70, la viví como trabajador de los astilleros, pero las siguientes, en los 80, que fueron mucho más graves, ya era alcalde y fue muy complicado”, recuerda. Pero fue sin duda el cierre de Delphi uno de los peores momentos que tuvo vivir desde el sillón de la alcaldía.
“Fue un verdadero drama para centenares de hombres y mujeres que se vieron en la calle. También para las empresas auxiliares y todos los servicios vinculados a
Delphi. Además, coincidió con otra crisis en los astilleros y el inicio de la crisis inmobiliaria: la tormenta perfecta”, recuerda.
No puede evitar Barroso hacer un paralelismo de todo aquello con la amenaza de cierre de Airbus, considerada hasta ahora como “la joya de la corona” industrial de la Bahía. “Hay algo muy distinto, al menos en apariencia, porque por el momento el Gobierno no se ha escondido. Hemos visto tanto al presidente del Gobierno como al de la Junta de Andalucía acercarse a la empresa para buscar soluciones, y eso con Delphi no pasó. Entonces no quisieron saber nada y todo quedó en un compromiso de búsqueda de soluciones que sabemos en lo que quedó”. “Nunca se comprometieron a sentarse en la misma mesa con una empresa con la que sí se sentaron cuando vinieron a pedir ayudas, subvenciones o la propia preparación de un terreno, ahora baldío, para asentar la General Motors”.
No pierde de vista Barroso que España, a través de la SEPI, tiene casi un 5% de participación en el consorcio europeo, “y eso ya significa un compromiso. De alguna manera, la quiebra de Airbus supondría la quiebra del propio proyecto de Europa porque es una de sus señas de identidad”.
Para acabar con los vaivenes del empleo industrial, Barroso marca cuatro puntos indispensables: inversión, investigación, formación y financiación. “Cuando en los astilleros lo que tienes es una participación en el proceso final, en el montaje, y no en la investigación o en la ingeniería, es muy fácil hacerse menos competitivo”, dice. Resultaba igual en Delphi y ahora en Airbus ¿Dónde está el parque empresarial asociado a la industria aeronáutica? No existe. Nos afilan las cuchillas para que las usemos”, añade el ex alcalde.
“Aquí se hicieron los mejores gaseros de la historia naval, pero no nos hemos asentado. ¿Por qué no se han hecho más? Habrá que preguntar al Gobierno de España por qué se pliega con esa facilidad bovina ante Europa, en lugar de defender la industria estratégica de nuestro país”.
Una de las claves para revertir la situación la fija Barroso en “una potencia no desarrollada: la Universidad de Cádiz”. Está convencido de que podría suponer un papel importantísimo teniendo en cuenta su capacidad de investigación, y de que habría que poner a disposición de la industria todos sus recursos intelectuales y del conocimiento. “Tenemos suelos bien conectados, puertos, pero hay que crear áreas logísticas”, apunta.
Lanza Barroso un mensaje claro: “Que nadie se engañe. La renta salarial de un trabajador de la industria puede ser el doble de la de un trabajador del sector del turismo. Si aquí se hubiera apostado por la industria tradicional explorando nuevos caminos de la misma manera que se apuesta por el turismo, que además se asoció a la promoción inmobiliaria y por tanto a la especulación inmobiliaria, ahora nos iría mucho mejor”.
Antonio Noria
Ex presidente comité Navantia
La inestabilidad de la industria es una realidad a la que no nos podemos acostumbrar”