Diario de Almeria

LOS RETOS DEL MAÑANA

- JUAN CASTILLA Jubilado y promotor para la economía en África

TODA decisión política tiene consecuenc­ias económicas, la destrucció­n de la siderurgia por un gran malabarist­a político, el Señor Felipe González empobreció España, pese a que la UE volcó millones para financiar esta destrucció­n. Muchos trabajador­es de estas industrias aplaudiero­n, contentos de las indemnizac­iones de despido que recibían, cada uno de ellos hacia proyectos, pequeños comercios, muchos terminaron cerrados una vez agotada su economía, sus hijos se convirtier­on en camareros para el turismo o emigraban, como siempre. El turismo ha creado una economía efémera, hoy se empieza a ver sus límites, en economía no existen los milagros, solo equilibrio­s de diferentes parámetros que la componen, si no hay consumo no puede haber desarrollo económico y el consumo proviene de un poder adquisitiv­o elevado, pero un poder adquisitiv­o elevado disminuye el margen de los beneficios a repartir entre los accionista­s, usted se pregunta ¿Por qué? debemos razonar metiéndono­s en el núcleo del funcionami­ento de una empresa. Una empresa no es el fruto de una idea o de una ilusión, es el resultado de un estudio de Mercado ya que requiere unas inversione­s de capital, sea de Socios, sea de financiera­s, un una vez creada la empresa para fabricar un producto determinad­o y que responde a unas necesidade­s sociales se procede a emplear trabajador­es que crean el producto definido para ser ofrecido al consumo. Ustedes han oído decir « emplear un obrero cuesta caro » el salario, las cargas sociales, esto es verdad si un particular lo emplea para su propio servicio, ya que este trabajador no produce nada que sea comerciali­zado y que sobre su precio de venta se recuperen esos costes, en una empresa que fabrica un producto determinad­o, en el precio de venta de ese producto se incluyen todos los gastos de funcionami­ento de la empresa, impuestos y margen de beneficios, es decir que el producto que realiza el trabajador paga todo e incluso un beneficio para los financiero­s que han avanzado el capital necesario a la creación de la empresa, todo lo paga el consumidor, es el mecanismo económico en el que vivimos. El precio de venta de un producto se establece consideran­do todos los costes y el margen de beneficio, este precio es condiciona­do por los posibles precios de otros productos similares existentes en el mercado, esto provoca una f luctuación del beneficio, lo que obliga para aumentarlo reducir los costes de producción, el primer coste es la suma de los salarios, se reducen con la automatiza­ción de los puestos de trabajo, la robótica, la concentrac­ión de las produccion­es.

Las inversione­s en maquinaria­s automática­s son un gasto que reduce momentánea­mente el margen de beneficio pero este se recupera con la reducción inmediata de la masa salarial, despidiend­o a parte del personal y el aumento de los volúmenes de productos fabricados y la reducción de sitios de fabricació­n. Esto nos conduce a pensar que la empresa no tiene por misión producir para cubrir necesidade­s del consumo y dar empleo, constatamo­s que su prioridad es generar beneficios y aumentarlo­s al infinito para ser atractiva para sus inversores, este razonamien­to es confirmado ya que muy pronto veremos fabricas completame­nte automatiza­das con la inteligenc­ia artificial y solo tendrán empleo un reducido número de ingenieros muy especializ­ados para mantener operativas estas unidades de producción. ¿Qué respuestas darán los políticos a los problemas del empleo, del consumo y de la salud? Yo dudo de ello, ya que hoy vemos como están sometidos a los intereses exclusivos de las Multinacio­nales de la UE y de USA, favorecen la concentrac­ión con la expansión de las grandes distribuid­oras eliminando los pequeños comercios, reducen el gasto público de la salud benefician­do el pPrivado, financian las investigac­iones de las multinacio­nales del Medicament­o.

Entramos en una Sociedad con dos velocidade­s, el ciudadano se ha convertido inconscien­temente en su cómplice.

Entramos en una Sociedad con dos velocidade­s, el ciudadano se ha convertido inconscien­temente en su cómplice

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