Diario de Almeria

OCCIDENTE INFLUYE CADA VEZ MENOS EN EL MUNDO

- Experto en Inteligenc­ia Económica y Competitiv­a intcompeti­tiva.jjgarcia@gmail.com

DESDE hace un tiempo algunos analistas están utilizando la expresión “desocciden­talización del mundo”, que es un nuevo concepto que ref leja que los países occidental­es están perdiendo terreno y capacidad de inf luencia y dejando de ser el centro de gravedad y la referencia del mundo.

Occidente nunca ha sido un concepto monolítico, pero sí una amalgama de tradicione­s con denominado­res comunes como su compromiso con la liberal democracia, defensa de los derechos humanos, economía de mercado, cooperació­n internacio­nal, apoyo a las institucio­nes internacio­nales, etc. Tradiciona­lmente ese ha sido el modelo más imitado en el mundo.

Europa ha tenido periodos en los que su inf luencia a través de la relación de algunos de sus países con otras partes del mundo ha sido muy importante y en muchos casos ha llegado hasta nuestros días; pensemos en el papel desempeñad­o en ese sentido por España, Reino Unido o Francia. Este efecto se vio amplificad­o durante el siglo XX por la irrupción de EE.UU. como potencia mundial, extendiend­o su inf luencia también en gran parte del mundo.

Estamos acostumbra­dos a la hegemonía de Occidente, pero las cosas están cambiando como consecuenc­ia de la evolución del mundo y porque en el caso de Europa no se está manteniend­o el mismo nivel de protagonis­mo y capacidad de inf luencia que en el pasado, en parte por la división interna, la lentitud para reaccionar en muchos casos y también por los errores propios al afrontar las crisis internacio­nales.

A medida que avanza el siglo XXI Occidente, como lo conocemos, es cuestionad­o desde dentro y desde fuera. Estados Unidos y Europa cada vez tienen puntos de vista más diferentes sobre su papel en el mundo y su relación, que siempre ha sido un pilar sólido, actualment­e se está debilitand­o por sus diferencia­s cada vez mayores en muchos temas y también en sus intereses.

A la vez, está creciendo lo que podríamos denominar el mundo no occidental. El capital ha cambiado durante los últimos años hacia el Pacífico y eso presenta una tendencia que será difícil revertir y en paralelo, líderes como Putin, Xi Jinping, Erdogan y Trump (durante su

mandato), son cada vez más inf luyentes y están desafiando, cada uno a su manera, el modelo tradiciona­l occidental.

China, Rusia y EE.UU. tienen sus intereses estratégic­os y muchas veces parece que les interesa que Europa sea débil y manejable y por eso intentan sembrar la división interna y su debilitami­ento apoyando a grupos o políticas contrarias a la unidad de Europa y buscando una mayor dependenci­a del exterior.

Europa se encuentra casi siempre en medio de las disputas internacio­nales y con una postura interna que no siempre es común, porque los intereses de los países y el interés general no siempre coinciden, como ocurre en el caso de las relaciones con China o Rusia, haciendo difícil mantener siempre una postura común y firme.

El éxito de las democracia­s occidental­es está en los avances logrados con el bienestar económico y social en los países, pero con la crisis económica de 2008 se inició un cambio, que se ha acentuado durante la pandemia, que ha puesto de manifiesto en los países europeos una excesiva polarizaci­ón y falta de cohesión, han aparecido movimiento­s populistas y algunos nacionalis­mos que están cuestionan­do el modelo de estado tradiciona­l.

La crisis del coronaviru­s está generando nuevos retos que pueden servir para lograr una mayor unidad y un mejor modelo social o para poner de manifiesto aún más las diferencia­s y los problemas para hacer frente a los nuevos desafíos.

En Europa cada vez más hay una carencia de liderazgos que sir van para unir a todos y para defender los intereses europeos frente a los de otros países. Hechos como la actitud que tuvo el presidente Trump hacia Europa durante su mandato, el trato recibido por el Alto Representa­nte de la UE Josep Borrell en su visita a Moscú o el dispensado a la presidenta de la Comisión Europea von der Leyen en Turquía recienteme­nte, por citar solo algunos ejemplos, son una muestra de las disputas que se están librando continuame­nte a nivel mundial y de la falta de respuesta para afianzar el papel de Europa en el mundo.

En Europa cada vez más hay una carencia de liderazgos que sirvan para unir a todos y para defender los intereses europeos frente a los de otros países

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