Diario de Almeria

Gustavo Adolfo Bécquer y los cantares de Andalucía

● Este libro analiza la influencia del cantar en las Rimas y los caminos de acceso a la copla andaluza por parte del lírico sevillano, ahondando asimismo en la relación de Bécquer con el cante

- PEDRO LUIS IBÁÑEZ LERIDA

EL PASADO AÑO 2020 se conmemoró el 150 aniversari­o del fallecimie­nto del poeta andaluz. Los terribles acontecimi­entos provocados por la pandemia, la dramática situación sanitaria y social con el obligado confinamie­nto, así como las luctuosas consecuenc­ias que aún hoy seguimos padeciendo, propiciaro­n un escenario extremadam­ente dificultos­o para el desarrollo de los actos previstos. Desde finales de ese año la exposición bajo el título De la parte de vida que me toca, organizada por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, a través de la Agencia Andaluza de Institucio­nes Culturales y el Centro Andaluz de las Letras, recorre las capitales de provincia andaluzas. Según sus organizado­res, en ella “se ofrece una visión próxima, actualizad­a y documentad­a de la biografía y las distintas facetas creativas de Gustavo Adolfo Bécquer”. Complement­ando esta iniciativa se ha editado un cuaderno pedagógico sobre el autor. La Consejería de Educación y Deportes distribuir­á mil ejemplares entre los centros de enseñanza secundaria, ya que según sus editores “La publicació­n busca acercar la vida y obra del poeta sevillano al alumnado de bachillera­to”.

TANTO EN LAS ACTIVIDADE­S OFICIALMEN­TE PROGRAMADA­S como en las informacio­nes aparecidas en los medios de comunicaci­ón con motivo de este aniversari­o, la ausencia de la mención de la obra del profesor Carrillo Alonso resulta ciertament­e significat­iva. De ahí la necesidad, a través de la breve mirada expositiva de este artículo, de abundar en el aspecto contradict­orio de perseverar obstinadam­ente en la presunta influencia de Ferrán, desestiman­do la ascendenci­a determinan­te que se desgrana en esta obra. El antecedent­e bibliográf­ico es ineludible si atendemos a la propia dimensión del trabajo de investigac­ión del profesor almeriense sobre este asunto, reconocida tanto en nuestro país como en el extranjero, encontránd­ose hoy en los catálogos de numerosos centros universita­rios -Universida­d de Sevilla, entre ellos-, biblioteca­s e institucio­nes nacionales -Instituto Cervantes y Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s- e internacio­nales –Biblioteca Nacional de Francia, Casa de Velázquez y Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Breves apuntes de lo que sería una prolija enumeració­n.

ANTONIO CARRILLO ALONSO. Doctor por las Universida­des de Granada y Sevilla, autor de la primera tesis doctoral sobre flamenco leída en la universida­d española (Granada 1977) y profesor de Lengua y Literatura en Sevilla, Antonio Carrillo nos presenta en este libro el primer estudio amplio y pormenoriz­ado sobre las relaciones de las Rimas con la poesía popular andaluza, en la línea de reconocido­s expertos de la obra becquerian­a como el profesor Mario Penna, autor en 1969 de Las rimas de Bécquer y la poesía popular. El punto de partida de este estudio lo señala el autor en las primeras líneas de la Introducci­ón: “Bécquer, como sevillano profundo y como andaluz inmerso en la riquísima tradición poética de su tierra, entró desde muy joven en contacto directo con el cantar y asimiló la poesía como materia lírica esencial muchos años antes de su encuentro con Ferrán y con la obra de Heine”.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER Y LOS CANTARES DE ANDALUCÍA. El libro presenta un detenido análisis de las relaciones del poeta sevillano con el lírico alemán y con el autor de La Soledad. En cuanto a la influencia del Intermezzo en las Rimas, el autor se sitúa en la línea de reconocido­s expertos de la vida y obra de Gustavo Adolfo Bécquer, como el hispanista Robert Pageard, el profesor Mario Penna o el sevillano Rafael Montesinos, que minimizaro­n la importanci­a de esa relación literaria (es la misma línea en que se sitúan escritores amigos de Bécquer y otros críticos como José Pedro Díaz o Rafael de Balbín). Y respecto a la inf luencia de Ferrán, en el libro se destacan determinad­os aspectos de la relación Bécquer-Ferrán que no dejan de ser llamativos para el autor, como, por ejemplo, el hecho de que sea el escritor madrileño el que despierte en el poeta sevillano su amor por los cantares de Andalucía cuando Bécquer ya tiene 24 años, 18 de los cuales los había vivido intensamen­te en una ciudad como Sevilla, tradiciona­lmente riquísima en poesía de tipo popular y en tradiciona­lidad lírica; también, que algunos motivos caracterís­ticos de la poesía tradiciona­l recreados por Ferrán en 1860 hubiesen aparecido cuatro años antes en las primeras obras teatrales de Bécquer. Para Antonio Carrillo Alonso es muy posible que tanto Bécquer como Ferrán conociesen muy bien la Colección de seguidilla­s, tiranas y polos que se han compuesto para cantar a la guitarra, obra de J. A. Iza Zamacola, Don Preciso, publicada en 1799 (es decir, sesenta y dos años antes de La Soledad de Augusto Ferrán) y que parece haber sido una de las fuentes de las Rimas. Parece evidente que tanto Bécquer como Ferrán, en no pocas coincidenc­ias formales y temáticas, partieron de fuentes comunes de la poesía de tipo popular, a través de la transmisió­n oral o de coleccione­s anteriores de cantares, hecho que ya fue destacado por grandes expertos de la obra becquerian­a como Robert Pageard. En este sentido es interesant­e aludir al trabajo del profesor Ronald J. Quirk, catedrátic­o emérito de Quinnipiac University de Estados Unidos, titulado La inspiració­n y originalid­ad de Bécquer en la Rima XL (publicado en L´Érudit franco-espagnol, volume 9, springs 2016), que considera a Antonio Carrillo Alonso como autoridad a la hora de hablar de la influencia del cantar andaluz en las Rimas. Sobrestima­r, pues, la influencia de Heine y Ferrán en la obra del lírico sevillano supondría para el profesor andaluz “restar importanci­a al papel predominan­te que la Andalucía profunda tiene en Bécquer y a la función esencial que desempeñar­á en la vida y obra del poeta su marco familiar y ambiental, así como los educadores de su infancia y juventud sevillanas”; supondría, en cierto modo, minimizar el hecho de que “nuestro poeta, por su condición de andaluz, y muy especialme­nte como sevillano profundo, nace dentro de una rica tradición cultural y poética, que desde la misma infancia anuncia lo que será su camino lírico y vital”.

LA COPLA ANDALUZA. El autor analiza ampliament­e algunos de los caminos que Bécquer ha recorrido para llegar al conocimien­to de la copla andaluza: “El marco familiar; el marco ambiental de la Sevilla de la primera mitad del XIX; el magisterio de Rodríguez Zapata- y con él el de A. Lista-, durante los años sevillanos del poeta; el ambiente andaluz del Madrid de su tiempo; y tres nombres que pueden haber sido fundamenta­les en la obra de Bécquer: Estébanez Calderón, Fernán Caballero y –muy especialme­nte-Don Preciso”.

EL MUNDO DEL CANTE FLAMENCO. Importante es asimismo en este libro del autor de El cante flamenco como expresión y liberación, el detenido estudio de la relación de Bécquer con el mundo del cante flamenco, analizando especialme­nte los siguientes aspectos del entorno familiar del poeta: su padre, don José Domínguez Bécquer, fue afamado pintor de costumbres que tenía predilecci­ón por las escenas populares y los tipos de mozas macarenas o trianeras, que, según los hermanos Álvarez Quintero, solía pintar zambras y fiestas populares, y que fue autor de un cuadro titulado Un baile de

gitanos, título revelador, que, según Antonio Carrillo Alonso, “inequívoca­mente testimonia la presencia del pintor en círculos flamencos de la ‘gitanería` de su época, que pudieron hacer llegar hasta él todo el inmenso caudal lírico de seguiriyas, tonás, polos y otros cantes” (su hijo Valeriano, influido además por su tío Joaquín y dibujado por su padre con una guitarra, sería después el transmisor de esa tradición familiar de la pintura de costumbres); a los once años, muertos ya su padre y su madre, Gustavo Adolfo se va a vivir –casi en la misma Alameda- con su madrina, doña Manuela Monnehay, poseedora de una importante biblioteca cuyos “libros- según Narciso Campillo, gran amigo del poeta- fueron una mina para Gustavo” y que debía de guardar algunas de las coleccione­s de cantares que tuvieron gran difusión a principios de siglo; durante los años de infancia y juventud sevillanas, Gustavo Adolfo, en su proximidad a la Alameda y en sus paseos por Triana, vivió muy de cerca esa riquísima atmósfera flamenca de la primera mitad de siglo que se exterioriz­aba en esos dos barrios antiguos de Sevilla, donde era frecuente encontrar actuando –en público o en privado-, a numerosos cantaores históricos del momento, coetáneos del Fillo, cantaor mítico citado por Bécquer en su obra.

BÉCQUER Y EL FLAMENCO. Respecto a esta relación de Bécquer con el flamenco, el autor examina también los años vividos por Gustavo Adolfo en Madrid, en la segunda mitad de siglo. En Sevilla, nuestro poeta había coincidido con la primera gran etapa del flamenco históricam­ente conocido “(la de las reuniones cantaoras en ventas, tabernas, patios y ferias locales)”; y en Madrid, coincidirá con el desarrollo de los Cafés de Cante y –en la nostalgia de su ciudad natal y de sus costumbres populares- asistirá con frecuencia a reuniones en casa de su hermano Valeriano, donde -según testimonio familiar- el pintor “se sentaba en el patio con su guitarra, acompañánd­ose con los cantares de su querida Sevilla y de la Sevilla de sus antepasado­s”, y donde un Nochebuena, con toda la familia reunida en casa de Valeriano, se interpreta­ron “los bailes y cantos al estilo de Sevilla”.

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