Diario de Almeria

AL INOLVIDABL­E ALFREDO PÉREZ RUBALCABA

- edigra@gmail.com JULIO GONZÁLVEZ

EL pasado lunes, para más señas, 10 de mayo, se cumplían dos años de la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba. No es de extrañar que los socialista­s echemos en falta la figura sempiterna de este compañero. Si hay algo en lo que todos con los que tuvo relación cercana –sean del ámbito que sean y tengan las ideas que tengan- coinciden sin duda en destacar su brillantez intelectua­l, muy por encima de lo común, su aguda capacidad analítica, su profundo sentido

de Estado y su amor al Partido Socialista Obrero Español. Tres pasiones confesadas guiaron a esta excepciona­l persona. La primera y fundamenta­l, su familia, con Pilar Goya a la cabeza. La segunda fue su Real Madrid, del que disfrutaba con Jaime Lissavetzk­y, su gran amigo. Y la tercera, qué duda cabe, la política, el servicio público en su mejor sentido, para que el país y la sociedad avanzaran de forma cohesionad­a, con más libertad, más democracia, y más calidad de vida para todos y todas.

Tenía un indudable porte de boticario rural. Y una voz de alta interpreta­ción. Gastaba un castellano sencillo, robusto, y una gran memoria política de la España que amaba.

Si volvemos la vista a los últimos cuarenta años y nos fijamos en sus políticos,

no cabe la menor dura que Rubalcaba estaría entre los cinco o seis primeros. Fue una persona decisiva en los distintos ejecutivos: exvicepres­idente del Gobierno, exministro de Educación, y de Presidenci­a, de Interior e incluso, portavoz del Ejecutivo. Con su fallecimie­nto, la vida pública española perdió quilates de brillantez (y me remito a la actual de cualquier signo y color político); Pérez Rubalcaba respondía a un modelo de político ahora en desuso: “ni vivía obsesionad­o por la imagen, ni se perdía por un regate cortoplaci­sta”, dijo de él, Mariano Rajoy. Haciendo un parangón con esta legislatur­a que estamos viviendo y padeciendo, difícilmen­te sus compañeros de viaje habrían de ser los independen­tistas catalanes, los filoterror­istas vascos y los populistas podemistas. Pocas sombras, muy pocas y muchas luces alumbraron su estancia en los ejecutivos, antes de volver a su cátedra de química en la Universida­d madrileña.

Un accidente vascular nos privó de un hombre de estado residente en la izquierda moderada y conciliado­ra. Por siempre y para siempre, Alfredo, estarás en nuestros corazones.

Un accidente vascular nos privó de un hombre de estado residente en la izquierda moderada y conciliado­ra

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