Del prestigio de Oxford al bucle de Vaxzevria
● Varios estudios examinan el resultado de combinar más de un fármaco
Los forajidos y desterrados han sido individuos históricamente propensos a cambiar de nombre, fuera con la intención de ocultar el pasado o por intentar el milagro de la transustanciación. La vacuna de Astrazeneca y Oxford, opción preferente para una amplio sector de la población obnubilado por el prestigio de la academia inglesa antes de surgir los problemas, se llama desde hace meses Vaxzevria. Este bautismo, ocurrido tras la sucesión de los problemas contractuales y los trombos, intenta una transmutación del fármaco que puede materializarse si los estudios lo recomiendan.
Son varias las investigaciones que examinan el resultado de completar la pauta iniciada con Astrazeneca-Oxford-Vaxzevria y concluirla con Pfizer. (Eso es un cambalache de nombre y de espíritu que ya quisieran para sí los bandidos.) España es uno de los países que está expectante a lo que dicten los ensayos antes de terminar la vacunación del personal esencial con menos de 60 años. Andalucía presiona y opta por la voluntariedad de la segunda inyección de Astrazeneca. También lo hizo ayer el Colegio de Médicos de Andalucía, que insta “a no mezclar vacunas”. La EMA insistió el miércoles en lo mismo.
Y, aunque países como Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania y Suecia han elegido mezclar vacunas, los datos preliminares de
un estudio británico, uno de los más importantes de este género, señala la multiplicación de reacciones adversas, leves y de corta duración, tras combinar Vaxzevria y Pfizer. Estos resultados, avisan los expertos, están basados en datos para personas con más de 50 años, pudiendo ser más frecuentes en los de menor edad. El veredicto para algunos es ya claro, aunque falta evidencia. Salud Pública decidirá la semana que viene, pues las dosis en los frigoríficos son demasiadas. Será Oxford o Pfizer, ser o no ser. Si sale mal, la vacuna será recordada como Vaxzevria, el nombre del forajido.