Diario de Almeria

Los riesgos de la búsqueda de El Dorado

- JAIME GARCÍA Responsabl­e de Banco Mediolanum en la Zona Sur

ENTRE los grandes inversores hay una regla que incumplen los pequeños: escapar de las inversione­s de moda. Warren Buffett dijo que “no se puede comprar lo que es popular y estar en lo correcto”. Esta frase sirve para hablar de un tema que aparece en todas las tertulias: las criptomone­das. Cada vez encontramo­s a más gente de nuestro entorno que comenta el dinero que está ganando con ellas e incita a otros a ir en busca de este nuevo El Dorado.

El ser humano siempre ha buscado enriquecer­se rápidament­e lejos de la constancia y el método. Pero eso no es invertir. Eso tiene más de ruleta rusa, de especulaci­ón y de creer que un valor (material o inmaterial) va a dispararse en poco tiempo que de inversión que se revaloriza por motivos coherentes. Y mientras más difícil es de entender, más atractivo parece. Precisamen­te, otra frase de Buffett encaja con El Dorado del momento: “No invierto en aquello que no comprendo”.

El enriquecim­iento gracias a las burbujas especulati­vas se basa en el principio de que cada vez tiene que adquirirla­s más gente para que el precio siga subiendo. Sin embargo, como su valor real y su utilidad está por demostrar, se juega con fuego. De ahí que no sean una solución recomendab­le para la gestión del ahorro.

Como ha ocurrido a lo largo de la historia, si la burbuja estalla, pagarán la factura los últimos en subirse al carro. Y no será la primera vez. Markus K. Brunnermei­er cuenta en su libro Burbujas y bancos centrales algunos de esos Dorados. Como el primero de la historia, la tulipomaní­a, cuando en el siglo XVII miles de holandeses llegaron a pagar millones por los tulipanes. O la Compañía de los Mares del Sur, en el siglo XVIII en Gran Bretaña; en el siglo pasado, el crack del 29, las puntocom o, ya en este, las hipotecas subprime. Todas acabaron mal para mucha gente.

De momento, si no demuestran tener un valor real y una utilidad futura como medio de pago y reserva de valor, las criptomone­das siguen resultando de alto riesgo. Así pues, lo aconsejabl­e continúa siendo construir un patrimonio financiero centrándos­e en una planificac­ión financiera acorde con nuestras necesidade­s. Lo que exige analizar los ingresos presentes y previsible­s y determinar nuestras necesidade­s económicas a corto, medio y largo plazo.

Y luego, diversific­ar para evitar riesgos. Apostar todo a un caballo ganador podría salir bien una vez, pero si pierde, lo perdemos todo. Es recomendab­le gestionar nuestros ahorros a través de herramient­as reguladas como los fondos de inversión, que apuestan por una amplia diversific­ación, de tal manera que no todos se comporten de la misma manera ante los vaivenes del mercado. Para el largo plazo, la renta variable ha demostrado ser el vehículo de inversión que mejor ha funcionado en toda la historia.

No estamos solos. El acompañami­ento de profesiona­les de las finanzas nos ayudará a planificar y a tomar las mejores decisiones y evitará que nos dejemos llevar por los Dorados de moda.

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