Lorenzo Rubio, la defensa del agro almeriense en el corazón europeo
Este joven periodista que reside en Bruselas se ha convertido en el mayor activista contra la distorsión del modelo agrícola de la provincia que allí se ‘vende’
La revista online de la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería (Coexphal), que aglutina al 70% de la comercialización, Aenverde, cuenta la historia de un joven periodista almeriense que en los últimos meses ha dado bastante que hablar en su profunda defensa del modelo agríocola almeriense en el corazón del continente, desde Bélgica.
–¿Qué te llevó a cambiar el sol y la playa de Balerma por los días grises del norte de Europa?
–Principalmente el amor. Mi esposa es belga. A ella la conocí en Francia, de Erasmus. Pero también entra en juego la precaria oferta laboral para jóvenes en España. Tras acabar los estudios, nuestra primera intención era probar suerte en España, ya que la calidad de vida es mayor. Pero no tenía ganas de pasar años como becario para finalmente conseguir un contrato a media jornada (como algunos compañeros de carrera). Así que estuvimos alrededor de dos años en Suiza y luego nos mudamos a Bélgica. Por lo menos estamos cerca de su familia. –¿Qué echas de menos y qué no de nuestra tierra?
–De nuestra tierra, echo de menos las cosas simples: El sol, la comida, el pescado del mediterráneo, la ‘bolsica’ de pimientos que te deja tu vecino en la puerta, sentarse en el muro del paseo marítimo y no levantarse hasta las 3 de la mañana si la conversación es buena… Y jugar al fútbol. Aquí ni los universitarios organizan pachangas (bromea).Y lo que no echo de menos, es el afán de la gente por aparentar lo que no es. Es una reflexión que siempre me he hecho y que se reafirma cuanto más tiempo paso fuera. No estoy diciendo que sea bueno o malo. Simplemente que somos gente simple, que necesita poco para vivir y que no hay nada de malo en ello. Desde pequeño he visto en mi entorno a personas sobresforzándose en “tener para mostrar”, sin realmente necesitarlo. Pienso que es una actitud que te aleja de la felicidad.
–¿Por allí sabe alguien lo que es un invernadero solar?
–¡Si no saben ni lo que es el sol! (Bromea). En realidad, saben lo que es un invernadero. Pero aquí, los invernaderos de agricultura profesional, al igual que los de Holanda, cuentan con calefacción a base de combustibles fósiles y algunos con luz artificial. Y cuando se les habla de los invernaderos solares del sureste de España, se quedan solamente con los conceptos “invernaderos”, “España” y resurgen todos esos mitos e ideas preconcebidas (sobre todo sobre el plástico) que tanto han trabajado los medios de estos países sobre la agricultura de nuestra tierra. Por lo tanto, no llegan a analizar el adjetivo “solar” y todo lo que ello conlleva. –¿Cómo lo explicarías para que lo entiendan en pocas palabras?
–Sabemos que las comparaciones son odiosas, pero a veces hay que comparar con ejemplos cercanos al público, para que se entienda mejor. Yo les diría simplemente que es el mismo principio que sus invernaderos, pero no se quema combustible para calefacción ni se utiliza electricidad para lámparas ni ventiladores. Que toda esa energía ya la proporciona el sol y el viento de forma natural.
–¿Qué imagen tienen de nuestro sector y cómo valoran sus frutas y hortalizas?
–La imagen que tienen es la que han “mamado” desde hace años de las principales cadenas de televisión. Sabemos que cuando empieza la temporada en el norte, afloran los reportajes que desprestigian la agricultura almeriense. En estos reportajes generalmente se incita a los consumidores a consumir productos de proximidad, poniendo como pretexto una dudosa calidad de nuestras hortalizas, un mal trato a los trabajadores y una gran contaminación a causa del plástico. A pesar de que sabemos que en nuestro campo hay muchas cosas que mejorar, estos reportajes (al menos todos los que hasta ahora he visto), están basados en mentiras o deformaciones de la realidad. Incluso se dan datos sin contextualizar, aumentando la desinformación en los consumidores. Pero la imagen que se promociona y que menos justicia hace al modelo Almería, es la de grandes propietarios. Efectivamente, en los reportajes se habla de miles de hectáreas plastificadas, grandes transacciones y grandes empresas. Pero no se menciona que esas empresas son en realidad cooperativas. Y que detrás de las cooperativas hay miles de familias aportando su granito de arena al desarrollo de este modelo agrícola. –¿Crees que el esfuerzo que se hace en promoción desde Almería da frutos?
–Pienso que las semillas se están plantando. Pero habrá que esperar un tiempo para recoger los frutos, especialmente en la fría Europa. Imagino que los agricultores pillarán la metáfora (bromea). Existen campañas como la de CuteSolar que están muy bien y explican todo de forma muy sencilla. Según las redes, me da la impresión de que en España el mensaje está cuajando. Pero en otros países existen ciertos obstáculos, como las tendencias de consumo local, los bulos sobre nuestro campo y las falsas ideas en torno a la agricultura Bio, ecológica y/o sostenible.
–¿Por qué decidiste tomar las redes sociales y defender los invernaderos?
–Porque Almería es calidad, ‘saecio’ (bromea). Como he dicho antes, creo que hay que sentirse orgulloso de lo que somos y de dónde venimos, porque podemos. Por eso empecé mi blog de Viñeticas de Almería. Pero la defensa de los invernaderos empezó antes de que las empezara. Principalmente por vocación periodística. Además, pienso que es muy importante hacer justicia. Cabe destacar que mis padres no son agricultores y sin duda no soy el balermero que mejor conoce lo que se hace en un invernadero. Pero he crecido entre agricultores. Tengo amigos hijos de inmigrantes que sienten Almería como su hogar y su tierra. Mis compañeros de clase venían al instituto con callos en las manos tras ayudar en la finca familiar. He sido testigo de cómo la población de saltamontes crecía a medida que se incorporaba el control integrado. Y todos conocemos a personas para los que una caja de pimientos ha sido cuna, juguete y escritorio. Mi temperamento me impide quedarme de brazos cruzados cuando periodistas extranjeros venden que los agricultores son grandes propietarios, explotadores, racistas y adictos a los pesticidas.