Diario de Almeria

LA LUCHA DE EGOS RETRATA A LOS INDEPENDEN­TISTAS

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TRES meses después de que los catalanes se expresaran en las urnas, los independen­tistas llamados a configurar un nuevo horizonte para Cataluña siguen sin llegar a un acuerdo. Lo que separa a ERC y JxCat no es la mejor receta para afianzar la recuperaci­ón económica. Aparte de su ideología, su proyecto se ve lastrado por las prisas por liderar la estrategia independen­tista y por el reparto de sillones. Ante la mirada atónita de los catalanes, el tiempo se agota y esta semana será la última para que ERC y JxCat alcancen un Gobierno de coalición. Y por mucho que las conversaci­ones sigan rotas, ambas formacione­s están condenadas a entenderse. Máxime después del bochornoso pulso que le echaron al Estado con la vía unilateral separatist­a. Carles Puigdemont, tras el órdago que lanzó a Esquerra, al fin parece entender que no puede someter por completo a la Generalita­t al frente de un invento que ha bautizado como Consell per la República, con sede en Bruselas y bajo su presidenci­a. No en vano, los posconverg­entes ya han rebajado el tono de sus exigencias en las últimas horas, consciente­s de que obligar al electorado a regresar a las urnas en julio podría reactivar el voto constituci­onalista y jugar en contra de sus intereses. El candidato republican­o a president, Pere Aragonès, tras dejar patente que no será un títere en manos de

Puigdemont, también ha relajado por su parte el ambiente, evitando hablar en sus últimas comparecen­cias de un Gobierno en solitario, tal y como anunció tras dar por zanjadas las conversaci­ones con sus socios.

ERC y JxCat, después de estrellars­e contra sus propios egos y hacer el ridículo con su apuesta nacionalis­ta, tan anacrónica como miope, ahora dejan entrever que aún hay tiempo de cerrar un Ejecutivo. Lástima que este triste espectácul­o lo sufran los catalanes sin que nadie parezca dispuesto a abordar con urgencia una agenda económica y social que atienda a la recuperaci­ón. Es del todo inaceptabl­e el pulso entre unos y otros con tanto como hay en juego. Si Cataluña le importara a los independen­tistas la mitad de lo que presumen, jamás se permitiría­n este lujo.

Puigdemont parece empezar a entender que no puede someter por completo a sus socios y a la Generalita­t bajo un ‘Consell’ presidido por él desde Bruselas

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