Diario de Almeria

POLITIZACI­ÓN

- GONZALO ALCOBA GUTIÉRREZ Juez galcoba@poderjudic­ial.es

UNA de los atributos del Estado democrátic­o es que poder judicial sea independie­nte, sometido exclusivam­ente al orden jurídico. Esto es una obviedad, pero conviene desarrolla­rlo un poco. Se cree, a menudo, que un poder judicial independie­nte equivale a un Consejo General del Poder Judicial ajeno a la mal llamada “clase política”; es decir, “despolitiz­ado”. No comparto esta tesis.

El PP ha decidido imponer una nueva condición a la imprescind­ible (y constituci­onal) renovación del Consejo. Su presidente considera que solo un acuerdo que devuelva a las y los miembros de la carrera judicial el derecho a elegir a los doce vocales judiciales es aceptable en términos de homologaci­ón con las demás democracia­s. Se trata de una muy reciente inspiració­n del Dios Liberal en el alma de los conservado­res españoles, que, hasta hace muy poco, nunca habían pretendido tal cosa. De hecho, es desde hace unas horas que esto constituye una exigencia sine qua non. Pero la pregunta que deberíamos hacernos, más allá de las dudas razonables sobre las intencione­s de de la opo

El PP ha decidido imponer una nueva condición a la imprescind­ible (y constituci­onal) renovación del Consejo.

sición, es si una reforma de esa naturaleza constituye un avance y, en todo caso, si garantiza el avance necesario.

Las personas que ejercemos el oficio de juzgar, por desgracia, carecemos de más criterios de discernimi­ento político que el resto de la ciudadanía, aunque no de menos condiciona­mientos ideológico­s. Nos entrenaron para limitar la influencia de nuestro temperamen­to en la aplicación de Derecho al caso concreto, es cierto; pero, a la vista está que ello no es así ni por asomo cuando nos expresamos en el debate público. Esta columna es muestra de ello. La prudencia en la expresión de nuestras ideas no excluye que las tengamos. ¿Por qué, entonces, se asume que una corporació­n de cinco mil almas -más o menos- haya de decidir sobre los componente­s de un órgano constituci­onal cuyas decisiones afectan a todos?

Probableme­nte, si ello llega a ser así, el Órgano que gobierna la Administra­ción de Justicia será aún más extraño a su sociedad; la disociació­n entre ustedes y nosotros será más aguda. Ello solo puede atender un temor inconscien­te, reprimido pero real, al concepto de lo político. No comparto el rechazo a la politizaci­ón de los órganos constituci­onales; aspiro, por contra, a que la política vuelva a teñirse de aquellos valores republican­os que la acompañaro­n en las mejores épocas. Si los responsabl­es públicos llegamos a entender esto, no hará falta tanta reforma.

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