Diario de Almeria

Un auténtico coladero

● Rubi no da con la tecla y el equipo sigue reproducie­ndo fallos defensivos de bulto ● Sadiq y Ramazani de penalti igualaron por dos veces el doblete de Castro, pero De Blasis sentenció

- Paco Gregorio

Con un sistema defensivo más poroso que la frontera de Ceuta con Marruecos se hace muy complicado ganar partidos en Segunda, no digamos buscar el ascenso a Primera. Admitámosl­o, si el Almería no corrije de una vez por todas sus lagunas en la retaguardi­a el sueño de subir vía play-off es una quimera. Imposible lograrlo si en cada partido encajas concediend­o tantas facilidade­s. Y todo ello pese a contar con un inspirado Ramazani en el extremo -exquisito el belga- y un renacido Sadiq, pero también con un Makaridze capaz de lo mejor y de lo peor.

En Cartagonov­a se vio un Almería en el tránsito de ser más efectivo que vistoso, pero peleado con la definición durante casi toda la primera mitad, como arrastrand­o la mala puntería exhibida ya ante el Albacete. Rubi tiró de rotaciones y llamó la atención que cambiase toda la línea defensiva, sin duda el talón de Aquiles del equipo a lo largo del curso, regresando Samú a la sala de máquinas y confiando esta vez en Robertone para generar juego junto al luso y Morlanes.

Mantuvo sin embargo el técnico catalán al mismo tridente ofensivo de la jornada anterior, con Lazo y Ramazani en los extremos y el controvert­ido Sadiq en punta de ataque. El conjunto tuvo menor f luidez en el movimiento de balón de la acostumbra­da y por momentos optó por el juego directo para sacar el balón, recurso que no dudó en emplear Maras o Ivanildo.

Con un fútbol menos asociativo el equipo buscó en particular a Ramazani, muy versátil en el frente de ataque sin ceñirse en exclusiva a su banda. El belga vio incluso portería a los diez minutos de juego, si bien partía en posición ilegal. El Cartagena

no terminaba de hacerle cosquillas a los unionistas, que casi se complican la vida en una peligrosa cesión de Ivanildo a Makaridze a la que a punto estuvo de llegar antes Rubén Castro, que envejece como los buenos vinos.

Con llegadas aisladas sin un patrón hilvanado ni definido, rebasada la media hora de juego Sadiq dispuso de otra ocasión de gol en la que tras burlar al meta local se topó con un defensa en la línea de gol en otra acción anulada por fuera de juego del nigeriano. Minutos después Morlanes disponía de la ocasión más clara sin duda en el primer acto, un córner que el maño remataba desviado con la espalda en boca de gol y sin oposición.

El gol se palpaba en un ambiente por fin con público, pero cayó del lado cartagener­o y lo firmó el de siempre. Rubén Castro castigó dentro del área el enésimo fallo de bulto en las atenciones defensivas. La acción nacía lo más inocente posible con un saque de banda de Forniés que José Ángel prolongaba de cabeza en el primer palo ante la pasividad indálica y Castro remachaba con la zurda a la red.

Faltaban apenas cinco minutos para el descanso y el lienzo se tornaba oscuro, pero en el minuto de descuento llegó la reacción visitante también a balón parado. Esta vez fue un córner botado por Robertone que Samú Costa cabeceó sobre la posición de Sadiq quien, incomprens­iblemente libre de marca en el área pequeña, empujaba a su vez con la testa para establecer el 1-1.

Ni el gol de la igualada ni el tiempo de descanso sirvió para atajar la empanada defensiva exhibida en los minutos anteriores y nada más reanudarse el encuentro emergía de nuevo la figura del más listo de la clase, Rubén Castro, para elevar el 2-1 en el marcador fusilando a Makaridze tras recoger un mal despeje de Ivanildo a un centro sin aparente peligro de Forniés desde el costado zurdo.

Lo bueno del asunto es que la zaga albinegra tampoco recordaba al muro de Berlín y una acometida de Sadiq era cortada en falta dentro del área por Raúl Navas con el consecuent­e penalti que el nigeriano cedía esta vez a su compañero Ramazani, quizá arrastrand­o aún la mala conciencia del episodio con Brian. El belga lanzó con una tranquilid­ad pasmosa engañando a Marc Martínez para poner las tablas de nuevo.

El partido se jugaba ya a esas alturas de área a área y Makaridze estuvo cerca de provocar un desastre intentando recortarse a sí mismo dentro de la suya, cediendo un córner que luego requeriría los ref lejos del meta georgiano para sacar en la línea un buen cabezazo de José Ángel.

El balón iba de un campo a otro sin transitar apenas por la medular y en la siguiente acción fue Sadiq quien se plantaba solo delante de Marc Martínez, pero en lugar de definir como demandaba la jugada, optó por intentar asistir a un compañero, facilitand­o que la zaga rival eliminase el peligro. La versión egoísta del de Kaduna habría sido más aconsejabl­e.

La insegura tarde que estaba regalando Giorgi Makaridze bajo palos tuvo su cénit en la recta final del partido. Primero se lucía con una plástica estirada a disparo de De Blasis y en la acción posterior cometía un penalti infantil que el jugador argentino se encargaba de transforma­r para mayor desquiciam­iento de Rubi, al que lo único que le faltaba era un arquero inseguro.

El Almería facilita con su derrota el ascenso del Mallorca y por delante restan dos jornadas ante Logroñés y Sporting en las que la meta baja un peldaño más y ya no será conservar el tercer puesto, amenazado esta noche por el Leganés, sino incluso evitar ser quintos o sextos en discordia.

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FOTOS: LFP Ramazani cuajó una actuación sobresalie­nte en Cartagonov­a, trufada con el 2-2 de penalti.
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