LA ADAPTACIÓN DE BRIAN

URUGUAY es un país pequeño en población, con algo más de 3 millones de habitantes y 125 municipios. Pero es todo un grande en el mundillo del fútbol, con dos Mundiales, dos oros en Juegos Olímpicos y 15 Copas América, a nivel de selecciones, y 8 Copas Libertadores y 6 Copas Intercontinental, en competiciones de clubes. El deporte-rey es venerado con pasión por los uruguayos, donde es todo un estilo y forma de vida, y una salida laboral. El secreto de su éxito hay que buscarlo en la dimensión de sus categorías inferiores. Tal es así que 60.000 niños juegan cada semana más de 2.000 partidos a los que acuden unas 300.000 personas, bastantes más que las que son capaces de reunir los 16 equipos de su campeonato liguero, que sólo han ganado una decena de equipos, y dominan Peñarol y Nacional con mano de hierro.

Paul Brian Rodríguez es un hijo más del “baby fútbol” de su país. Sus primeras gambetas las dibujó en los muchos potreros que acogen a los Luis Suárez, Diegos Forlán, Godín y Lugano; Cavani o ‘Loco’ Abreu del futuro. Debutó en Peñarol con 17 años, jugó el Mundial Sub-20 y se estrenó con la absoluta, con dos más. Y su venta a Los Angeles FC es la más alta del Peñarol. Tiene sobrados motivos para estar orgulloso de sí mismo. Además, maneja y es bien parecido. Y mañana, cumple 21 años. Tiene clase y futuro, mucho futuro. Pero en la UDA ha saltado desde pitido inicial tan solo en tres partidos, en los que dejó detallitos pero su concurso resultó intranscendente. Por eso tiene motivos para estar nervioso y explotó delante de un micrófono en lugar de hacerlo sobre el césped. Si acaso ha superado el periodo de adaptación a otra ciudad y cultura, después de tres meses, pero parece claro que no ha asimilado el de la humildad y su condición de suplente.

Parece claro que Brian no ha asimilado la condición de suplente ni la humildad necesaria