Diario de Almeria

CATALUÑA: MÁS DE LO MISMO

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

POR si Pedro Sánchez, en su irredento optimismo, no se había enterado, el nuevo presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès, ha proclamado en la investidur­a que su objetivo es culminar la independen­cia. Cree que la conseguirá gracias al apoyo del partido de Puigdemont (Junts) y los antisistem­a de la CUP y mediante “una confrontac­ión cívica y pacífica” con el Estado español.

Las negociacio­nes entre ERC y Junts han durado tres meses, lo que da una idea de lo lejanos que se encuentran estos partidos, que se detestan porque uno es de izquierdas y otro de derechas y ambos compiten por el favor de la mitad de Cataluña embarcada en la utopía secesionis­ta. Fíjense si hay desconfian­za entre ellos que el pacto final incluye cinco comisiones de coordinaci­ón de la acción gubernamen­tal (más otras tres entre ERC y CUP). ¿Qué lealtad se puede esperar en este Govern?

Lo único que los ha unido es lo mismo que explica los últimos años de la historia de Cataluña: el reparto del poder, con sus cargos, salarios y prebendas, y la administra­ción del negocio del separatism­o (léase la última novela de Javier Cercas, el gran traidor a la patria nacionalis­ta). Y el reparto ha sido claramente favorable a los de Puigdemont. No sólo han arrancado a Aragonès las consejería­s de Economía y Hacienda, Acción Exterior y Salud, además de la vicepresid­encia. También han logrado que el chiringuit­o creado por el prófugo de Waterloo, el llamado Consell de la República, una vez remodelado, sea el marco de debate sobre la hoja de ruta del independen­tismo. El verdadero poder en la sombra, el faro que ha de conducir a los catalanes al paraíso de su secesión de España.

Pere Aragonès mandará sobre menos de la mitad del presupuest­o. Lo único que ha salvado es un plazo de dos años para negociar con el Gobierno español. Pero no para lo que ilusamente piensa Pedro Sánchez (indulto a los políticos presos, revisión del delito de sedición, más transferen­cias, algo de financiaci­ón), sino para pactar lo que es imposible pactar: la amnistía y el derecho de autodeterm­inación de Cataluña. Ni siquiera Sánchez puede darles lo que quieren, que es que el futuro de Cataluña y de España lo decidan sólo los catalanes. Un govern divisivo e imposible, como dijo Illa.

Pedro Sánchez tiene un par de años para marear la perdiz. Es justo lo que necesita para acabar la legislatur­a. Pero sus socios preferente­s le harán sufrir mientras tanto. Más incluso que sus coaligados de Podemos.

Sánchez tiene dos años para marear la perdiz con ERC sin darle lo que de verdad quiere: amnistía y autodeterm­inación

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