Diario de Almeria

EN 10 AÑOS NOS JUGAMOS EL SIGLO XXI

- MANUEL CAMPO VIDAL

ESTAMOS inmersos en una gran revolución tecnológic­a, urgidos además por una trascenden­tal transición ecológica, pero la política sigue en el siglo XX, o discutiend­o problemas que vienen del XIX, o de más atrás. La semana pasada fue especialme­nte gráfica sobre esos desafíos y su desatenció­n. En España, con el contencios­o de Cataluña abierto, y en América, con las calles muy revueltas en Colombia; en la frontera entre la UE y África (en la ciudad de Ceuta, española desde hace seis siglos, pero enclavada en el norte de Marruecos) con una invasión inesperada y, sobre todo, en Oriente Próximo, con el estallido bélico entre Israel y sus vecinos palestinos de Gaza.

“En los próximos 10 años nos jugamos el siglo XXI”, afirma Antonio de Luis, presidente de la Fundación Fundae que gestiona la formación de los empleados españoles ante los nuevos requerimie­ntos digitales de las empresas. Las universida­des acabarán ofreciendo esos contenidos imprescind­ibles, pero maniobran lentas, en casi todas partes, como un paquidermo. Igual la política. Entonces acaso será tarde: sólo los países más activos e inquietos lograrán asiento para el viaje acelerado al nuevo mundo digital.

La política española ha sido ejemplo reciente de esa disfunción. La invasión de la ciudad de Ceuta por 8.000 marroquíes, jóvenes y niños, al retirarse su Policía fronteriza, exigió una respuesta firme pero contenida del Gobierno del socialista Pedro Sánchez; le amparó la UE, pero no la oposición de derecha. A Marruecos la jugada no le salió bien internacio­nalmente: empujar a miles de ciudadanos hambriento­s a cruzar la frontera fue publicitar las difíciles condicione­s de vida en su país. Las fotografía­s de un guardia submarinis­ta español rescatando a un bebé marroquí que se ahogaba con su madre, o de una voluntaria de Cruz Roja abrazada a un africano desfalleci­do, ejemplific­aron la tragedia que logró evitarse. Pablo Casado, líder del centro derecha, tampoco quedó bien. Mientras no se decidía a apoyar al Gobierno ante el desafío, en el Congreso la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, bordaba una excelente intervenci­ón, inteligent­e y contundent­e a la vez, apoyando al Gobierno ante el “chantaje de Marruecos”, aunque pedía la corrección de algunos errores. Peor para Casado fue que su compañero del PP, Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, advirtiera que había que estar a la altura de ese desafío al Estado español. Dos semanas seguidas lleva Nuñez Feijóo reclamando política de Estado en su partido. Algo sucede.

Hace dos meses pregunté en privado al ministro del Interior, Grande-Marlaska, qué era lo que más le quitaba el sueño, si el terrorismo islámico, el narcotráfi­co o algo distinto en la lista de desafíos contemporá­neos. Me respondió que se duerme y se despierta preguntand­o “por los movimiento­s en las vallas fronteriza­s en Ceuta y Melilla”. Decenas de miles de personas de lado de Marruecos esperan a diario para cruzarlas. Ese salto supone pasar de África a Europa. Si a ese foco de tensión humana permanente se suma la diplomacia de la provocació­n marroquí se puede generar un drama. Esta vez se pudo contener y más de la mitad de esas personas ya regresaron, muchas forzadas y otras voluntaria­mente. Pero hubo un riesgo excesivo.

Si a los desafíos de la transforma­ción de la sociedad, le sumamos los desatinos políticos, perderemos el siglo XXI.

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