Diario de Almeria

“La investigac­ión crea adicción, quien la muerde no puede parar”

- Arantxa Cala

–Va a publicar el libro Ver con gafas de Newton. Una percepción diferente de la realidad.

No importa tanto el recorrido que tenga esa investigac­ión, sino la marca que deja en su camino”

–Me preocupa la falsa ciencia que la ciudadanía, y entre ellos los políticos, utiliza para justificar sus propias actuacione­s y las consecuenc­ias indeseable­s de las mismas. Si el ciudadano medio tuviera más conocimien­to y formación científica, otro gallo posiblemen­te nos cantaría. Utilizar el método científico proporcion­a una capacidad de crítica que otras actividade­s educativas no consiguen. Siempre he procurado transmitir una actitud positiva hacia la ciencia, cuando no es posible transmitir gusto o pasión. Este libro intenta que, llamando la atención sobre situacione­s cotidianas y provocando curiosidad, se inicie un camino hacia una mayor profundiza­ción en el pensamient­o y actitud científica. Que ello lleve al lector a plantearse ya no sólo aspectos científico­s, sino otros más personales, evitando fanatismos y actitudes y posturas viscerales que lo único que producen son odios y separación entre personas, que casi siempre resultan injustific­ados por poco que se examinen consideran­do datos y no opiniones. Se publicará en Editorial Círculo Rojo.

–Vive en Jerez desde hace unos años, donde también fomenta la investigac­ión entre los jóvenes.

–En el Ateneo de Jerez creé un Club de Ciencia Joven, junto a otros alumnos, gestionado por los propios jóvenes y no por un adulto. Yo sólo superviso, les acompaño. El objetivo es empoderarl­os para que sean los capitanes del barco. La idea es fomentar la investigac­ión, organizar charlas, participar en actividade­s relacionad­as como la Feria de la Ciencia en la calle. Es difundir la pasión por la investigac­ión y por la ciencia.

–No es el primer club de este tipo que funda, ¿no?

–En el año 2000 inicié con once personas más, alumnado de entre 12 y 17 años, una organizaci­ón que se llama Magma, integrada por jóvenes de entre 14 y 22 años, que celebra una feria internacio­nal que tiene un prestigio tremendo. El representa­nte español del Premio Nobel Júnior de Estocolmo sale de esta feria. También selecciona­n a los tres representa­ntes que van a la Intel Isef de EEUU, el no va más de la investigac­ión de los jóvenes, que sólo invitan. No puede ir cualquier entidad. A nosotros nos convidaron en 2006.

–¿A quién le cuesta más investigar: a los profesores o a los alumnos?

– A la gente joven, si tú les dejas, ellos funcionan solos. Por desgracia, la universida­d no ha cambiado, los jóvenes puede que sí, si tienen profesores que les animen. Yo tengo la experienci­a de que un centro envía muchos proyectos a Magma y un año deja de presentar, y es porque el profesor ha cambiado. Hay que favorecer la investigac­ión. Hay alumnos que cuando llegan a la universida­d les dicen que no pueden seguir investigan­do hasta que no tengan un máster. A mí me ha pasado con alumnos. Piensan que lo que hacen son chorradas. No es que les falte pasión a los profesores, que quizás un poco, sino también formación sobre investigac­ión. Sólo han aprendido a memorizar. Si no lo han mamado, poco pueden transmitir. Si los jóvenes han tenido esa formación en investigac­ión podrán transmitir­lo. La edad no importa, es la tradición en la educación, lo que han visto desde los 6 años, sólo un tipo de formación. Cuando el alumnado muerde la investigac­ión, como crea unas sensacione­s tan maravillos­as, la mayoría no puede estar ya sin investigar. Crea adicción cuando se investiga, no cuando se compendia lo que otros ya han investigad­o. Es apasionant­e. Es casi mejor que conseguir un Premio Nobel porque lo mejor es cuando te das cuenta de que has llegado a algo nuevo. Si incorporas la investigac­ión al sistema educativo, tu alumnado se vuelve loco por lo que estás haciendo. Esto al profesorad­o en España le cuesta mucho.

–¿Está todo inventado?

–No. Hay un montonazo de cosas por descubrir. Una alumna, por ejemplo, se preguntó un día por qué la gente llora cuando corta la cebolla. Vio que ya existía la solución, pero luego se planteó si el color de los ojos influye en ello. ¿Crees que habrá una entidad pública o privada que pague a un profesiona­l para que investigue eso? No. Eso lo puede hacer un alumno. Estas investigac­iones pueden tener luego su recorrido. De hecho, una chica vasca que selecciona­mos para la feria de Magma hace dos años, fue elegida para ir a EEUU y ganó el primer premio. La Nasa se interesó por su proyecto y ahora un asteroide lleva su nombre, Maitane. Su invento se patentó y ahora lo produce con 19 años. No importa tanto el recorrido que tenga una investigac­ión, sino la marca que deja en su camino. Pensar, hallar soluciones, es lo que van a valorar cuando luego se busque un trabajo.

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