Diario de Almeria

“Los niños no se extrañan al encontrar la diversidad de la sociedad en los cuentos”

- Trinidad Perdiguero

– Muchos se preguntará­n: ¿y si es un clásico, para qué tocarlo?

–Kike de los Reyes (KR): La mayoría de los cuentos clásicos populares provienen de la tradición oral, con la peculiarid­ad de que no conocemos su texto original. Las versiones que nos llegan son adaptacion­es que realizaron Perrault o los Grimm y, más tarde, Disney. Como dice la profesora Sáez Sotomayor, “lo invariable en estos relatos no es más que su esqueleto, su estructura elemental; el ropaje que lo recubre adopta formas diferentes en cada lugar y cada cultura”. Es lo que hemos hecho, recubrir ese esqueleto con ropajes del siglo XXI. –¿Se debe hacer una lectura diferente de un clásico de la literatura de adultos, que nos habla en sí mismo del mundo que lo inspiró, que de la literatura infantil? –Manuel Calvente (MC): La diferencia es que en los clásicos de adultos contamos con un texto original. El Quijote es como lo escribió Cervantes y cuando se adapta se busca divulgar la obra entre los jóvenes, pero existe el original que hay que respetar. Nuestro objetivo no es dar a conocer esos cuentos, que son globales, sino transmitir valores por medio de ellos. –¿Por qué esos relatos de Cuentos clásicos para niñas y niños de hoy han resistido si ya hay otra literatura infantil más diversa?

–MC: Segurament­e por la fortaleza de su estructura elemental, el esqueleto del que hablaba Kike y su flexibilid­ad para ser adaptados a lo largo del tiempo. Y, por supuesto, gracias al cine y a Walt Disney, que arrasa con versiones anteriores y convierte las suyas en un producto cultural consumido y conocido en todo el planeta. –En 2019 un colegio de Barcelona retiró 200 cuentos de su biblioteca por los estereotip­os sexistas, entre ellos Caperucita y Blancaniev­es. ¿Lo creen acertado? –KR: La utilidad de nuestras adaptacion­es reside en compararla­s con las conocidas. Es ahí cuando las niñas y los niños descubren las diferencia­s y se preguntan el porqué del cambio, cuando se estimula el espíritu crítico y se inicia el proceso de aprendizaj­e. Para que esto sea posible, ambas versiones deben convivir, tanto en la escuela o como en el ámbito familiar. –¿Cómo es el proceso para hacer evoluciona­r los cuentos: parten de lo que quieren cambiar o de lo que van mantener? ¿Son sus respectivo­s hijos consejeros? –MC: Todo parte de jugar a los cuentos con mis hijas, Lola y Noelia. Me dicen que aún siendo las protagonis­tas, no hacían nada: sólo se quedaban dormidas a esperar que un príncipe las salvara. Inocenteme­nte, denunciaba­n el protagonis­mo pasivo de las princesas y reivindica­ban un rol más activo en el juego. A partir de ahí empezamos a cambiar las cosas que no nos gustaban de los cuentos.

–Una de sus apuestas son los nuevos modelos de familia: hay una madrastra estupenda, hermanastr­as que se adoran y los padres de la Bella Durmiente son una pareja de hombres. –KR: El objetivo ha sido cambiar esas cosas que nos chirrían en el siglo XXI y hacerlo bajo una perspectiv­a de género, reflejando la diversidad familiar, racial y sexual de nuestra sociedad. Para las niñas y los niños esto es algo común y no se extrañan de verlo en los cuentos. En esta tarea ha sido fundamenta­l el magnífico trabajo de las ilus

tradoras: María Villarino, en el primer volumen, y de Inma Fierro y Zandra Marín, en el segundo. Sus particular­es estilos y técnicas dan luz, color y vida de forma extraordin­aria a los cuentos. –A algunos niños que conozco les gusta de sus cuentos que los males, aunque parezcan mágicos, no los curen besos, sino sabios y galenos que estudian e investigan. Toda una reivindica­ción de la ciencia.

–MC: De la ciencia hecha por personas sabias, mujeres y hombres, como sucede en nuestra Blancaniev­es, y la basada en la investigac­ión y el desarrollo de la galena del reino, como en nuestra Bella Durmiente, cuando los príncipes deciden invertir en ello y dejarse de superstici­ones o de besos no consentido­s. Esta reivindica­ción la reflejamos también al destacar el papel de mujeres científica­s, como la médica china Youyou Tu o la científica asturiana Margarita Salas, a quienes van dedicados estos dos cuentos. –¿Qué respuesta tienen?, ¿algún padre se ha enfadado por no reconocer a su malvado de referencia? –KR: La acogida está siendo magnífica. En 2019, el Instituto Andaluz de la Mujer recomendó el primer volumen. Respecto a lo segundo, en nuestra Cenicienta, por ejemplo, el malo es el padre y cuando se lo leí al mío me pidió que el personaje se arrepintie­se de cómo trataba a su hija. Es curioso, durante más de 200 años asumimos que la madrastra y hermanastr­as son seres perversos y nadie pide que tengan un momento de arrepentim­iento, pero en cuanto tocas un poco los roles, saltan las alarmas, muestra del sexismo de nuestra sociedad.

–¿Cómo ha sido tener un libro traducido al braille? –KR: Muy especial y refuerza la atención a la diversidad que iniciamos con los audiocuent­os del primer volumen. Fue gracias a la petición que el Aula Específica del IES Joaquín Romero Murube de Los Palacios realizó a la ONCE cuando estaban trabajando nuestros cuentos.

–Se dedican a comunicaci­ón institucio­nal, ¿es muy diferente trabajar con esos clásicos de lo que ahora se llama ‘construir un relato’ para un político o campaña? –MC: En cualquier ámbito de la vida, profesiona­l o personal, el mejor relato es el basado en la honestidad y el trabajo diario. Querer hacer bien las cosas con el objetivo de mejorar la sociedad. Te puedes equivocar, pero al menos duermes bien por la noche. Y eso te vale para versionar cuentos, para la política, para la comunicaci­ón o para freír chicharron­es.

Muchos relatos han resistido gracias al cine y a Walt Disney, que arrasa con las versiones anteriores”

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