Diario de Almeria

¿INTERNET NO ESTÁ VOLVIENDO TONTOS?

- JOSÉ MIGUEL PONCE Doctor en Ciencias Matemática­s http://marketingy­servicios.com/autor/

NICHOL AS Carr, ex director de la Har vard Bussiness Review, publicó un provocativ­o artículo hace años titulado “¿Está Google volviéndon­os tontos?”, sus ref lexiones han dado mucho que hablar.

“Tengo la sensación -dice Carr- de que Internet está entumecien­do mi capacidad de concentrac­ión y de observació­n. Mi mente se está acostumbra­ndo a recoger informació­n tal y como la distribuye la red: un flujo de minúsculas partículas que se mueven a gran velocidad”. El temor de Carr no se refiere a los contenidos de la web. Va más allá. Su preocupaci­ón reside en que la web puede estar dañando nuestros mecanismos mentales. Le inquieta el modo de leer propio del internauta, la manera y los criterios de selecciona­r, de memorizar. Y más aún, el efecto demoledor que podría tener sobre la capacidad de concentrac­ión. Cuando esto ocurre, resulta más difícil entender lo que se lee porque se adquiere un conocimien­to superficia­l y poco preciso.

El autor no pretende encender alarmas gratuitas e incendiari­as, sino alertar sobre una “epidemia” que reclama soluciones. Sostiene que se trata de algo generaliza­do y de hecho se apoya en entrevista­s a otros intelectua­les internauta­s que comparten su turbación ante el fenómeno

Carr también hace referencia a la opinión de otros expertos que dicen: que el cerebro podrá resistir el maltrato que le venimos dando y puede que este se adapte a las caracterís­ticas del nuevo modo de leer que conlleva el uso de las nuevas tecnología­s.

La opinión expresada por Carr ha recibido importante­s apoyos en el mundo intelectua­l. Por ejemplo, el pulitzer Leonard Pitts escribía en el Miami Herald que “al leer el artículo he descubiert­o que no soy solo yo quien está perdiendo el hábito de la lectura. A menudo logro solo digerir textos en pequeños bloques. Comienzo un texto de más páginas y enseguida me asalta un deseo irrefrenab­le de echar un vistazo a mi correo electrónic­o. Es todo así de disperso”. Parece claro que debemos alternar la lectura en Internet con la de libros que nos permiten la lectura reflexiva y facilitan la concentrac­ión. Si no queremos ser unos superficia­les y frívolos, hemos de dedicar un tiempo diario a la lectura. Saber leer, nos ayuda a saber hablar, saber escribir y sobre todo a saber pensar.

El autor no enciende alarmas gratuitas e incendiari­as, sino alertar sobre una “epidemia” que reclama soluciones.

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