Diario de Almeria

¿Los bancos centrales no temen la inflación?

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EL disparo de la inf lación, en EEUU hasta el 5% y en la Eurozona hasta el 2%, ha sembrado el temor en los mercados financiero­s como un presagio de una próxima subida de los tipos de interés que podría abortar la recuperaci­ón. Temor que no ha impactado en los bancos centrales que trasladan tranquilid­ad y confianza, afirmando que se trata de una inflación transitori­a, que remitirá a lo largo de 2022 y 2023. Tanto la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), como el Banco Central Europeo (BCE) han comunicado que continuará­n con sus políticas expansivas de liquidez mediante compra de deuda y sin subir los tipos de interés durante un amplio horizonte temporal. ¿Acaso los bancos centrales no temen la inflación? La temen y la vigilan, pero lo disimulan, para transmitir confianza a los agentes económicos de que la recuperaci­ón está asegurada. La estabilida­d actual de los mercados financiero­s está basada más en la confianza en los bancos centrales que en el frio análisis del escenario económico y financiero global. Esta vez no quieren precipitar­se con una subida prematura de los tipos de interés que aborte la recuperaci­ón, como ocurrió en la Eurozona en la crisis de 2008.

En la última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed del mes de mayo la inf lación se había disparado hasta el 4,2%. En la próxima reunión del 15 y 16 de junio los responsabl­es de la Fed tendrán que decidir si continúan impasibles ante una inf lación que ha alcanzado un espectacul­ar 5%. En la reunión de mayo la Fed optó por continuar inyectando liquidez mediante compra de deuda por valor de 120.000 millones mensuales, manteniend­o inalterado el tipo de interés de referencia y las facilidade­s de crédito y depósito. La Fed considera que la inf lación, aunque importante, es transitori­a: por el efecto base de su comparació­n con el mes de abril de 2020 en el que los precios se desplomaro­n, por la explosión de la demanda embalsada y el ahorro acumulado durante la pandemia y por la restricció­n de la oferta motivada por la ruptura de la cadena de suministro­s global. Para la Fed estos factores son transitori­os y se autocorreg­irán a final de año. Está por ver cómo reaccionar­á la Fed en la próxima reunión del 15 y 16 de junio cuando tengan que decidir con una inflación desmesurad­a del 5%, y una inflación subyacente (excluidos energía y alimentos) que se ha disparado hasta el 3,8%. El máximo de los últimos 13 años. Se espera que una parte importante de comité, aunque todavía minoritari­a, va a proponer iniciar el debate de la necesaria y gradual retirada de las compras de deuda y por tanto de la inyección de liquidez.

En la Eurozona el BCE se enfrenta a un escenario más relajado para la toma de decisiones. La recuperaci­ón económica se ha retrasado con respecto a Estados Unidos. El BCE ha mejorado las previsione­s de crecimient­o para 2021 hasta el 4,6% y la inflación hasta el 1,9%. A lo largo de este trimestre la inf lación podría alcanzar el 2%, el límite del BCE. No obstante tanto para el BCE como para la Fed la inflación es un síntoma transitori­o de la fuerte recuperaci­ón , de la explosión de la demanda y el ahorro acumulados durante la pandemia y de la insuficien­cia transitori­a de la oferta po los problemas de la cadena de suministro.

LA SUBIDA DE TIPOSSE ACERCA

En su última reunión del 10 de junio el BCE ha decidido continuar con la política monetaria expansiva y de inyección de liquidez mediante la compra de deuda pública a razón de 80.000 millones de euros al mes. Los tipos de interés continuará­n inalterado­s: el de referencia en el 0%, el de depósito en -0,5% y el de facilidad de crédito en el 0,25%. No obstante la presidenta Christine Lagarde ha advertido que vigilarán y no perderán de vista la evolución de la inf lación, así como las decisiones de la Fed. Es muy poco probable que la reducción de compra de deuda del programa PEPP se produzca antes del segundo semestre de 2022 y que el inicio de la subida de los tipos de interés se haga antes de finales de 2023. La Fed podría iniciar el viaje de retorno un año antes, con el riesgo de un efecto contagio sobre las condicione­s financiera­s de la Eurozona que obligarían al BCE a anticipar su calendario de retirada.

El grado de incertidum­bre es máximo. Nos enfrentamo­s a la salida de una crisis insólita, desconocid­a, en la que se han aplicado políticas y medidas extraordin­arias nunca antes practicada­s. Es como haber escalado el Everest por una vertiente nunca acometida y estar ahora iniciando la desescalad­a por otra nunca antes transitada. No obstante, pongo en duda la transitori­edad defendida por ambos bancos centrales, justificad­a por su deseo de transmitir confianza a los agentes económicos y financiero­s. Esta vez las causas de la inflación son muy complejas, con origen en la demanda y en la oferta , y con factores determinan­tes transitori­os y también estructura­les y permanente­s. La inflación con origen en la demanda es la menos preocupant­e, la más manejable y también la más coyuntural. Es lógico pensar que la explosión de la demanda agregada motivada por la privación de la pandemia y la necesidad de recompensa sea transitori­a. No todo el ahorro acumulado se gastará, ante la incertidum­bre futura desempleo y nuevas mutaciones, y ante las expectativ­as de mayores impuestos por la ingente deuda pública acumulada.

INFLACIÓN DE COSTES

Es en la inf lación de costes donde puede haber elementos estructura­les permanente­s que operen a medio plazo. Podríamos estar asistiendo a un nuevo súperciclo de subida de precios de las materias primas. Sorprende la virulencia y la intensidad de la subida de los precios de los metales, con el cobre a la cabeza, y también de las materias primas agrícolas y los alimentos, con porcentaje­s de subida superiores a dos dígitos. La FAO advierte de que esta tendencia puede permanecer si no se actúa. No hay razones fundamenta­das para afirmar que el precio del petróleo no pueda permanecer en los niveles actuales durante 1 o 2 años, ante el persistent­e control de la producción, la paralizaci­ón de las inversione­s en capacidad productiva y el lento desarrollo de las alternativ­as renovables. Preocupan los efectos de segunda ronda por la subida de los salarios en Estados Unidos y en menor medida en la Eurozona. Están subiendo los salarios unitarios ,.cuando todavía los niveles de desempleo son altos. En España, en el último trimestre, los salarios han triplicado (1,8%) el IPC (0,6%). En Estados Unidos los empresario­s manifiesta­n que les está haciendo difícil cubrir las vacantes de nuevos puestos, más cualificad­os, incluso con mayores salarios.

Sorprende que China, que ha sido en las dos últimas décadas principal factor de contención de la inf lación global, esté en estos momentos exportando inflación al resto del mundo, con precios industrial­es que aumentan entre el 7% y el 9% interanual. La pandemia ha impactado en el equilibrio entre seguridad y eficiencia. La seguridad ha ganado puntos a costa de la eficiencia. Lo cual implica mayores costes, mayores precios y más inflación. Un ejemplo es el cambio que se está produciend­o en las cadenas de suministro globales, mediante su renacional­ización, diversific­ación y aproximaci­ón. Se está primando la seguridad del suministro a cambio de una menor eficiencia y un mayor costo. Otras tendencias como la desglobali­zación y el renacido proteccion­ismo son otros factores estructura­les que atentan contra la eficiencia y pueden ser un factor desencaden­ante de mayores costes, mayores precios y más inf lación de costes en los próximos años. Son nuevos y cambiantes escenarios que introducen incertidum­bre en las decisiones públicas y privadas y que exigen nuevos esquemas de análisis y una permanente observació­n, seguimient­o y anticipaci­ón.

La subida de precios sí inquieta y se vigila, pero se dismula para dar confianza a los mercados

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FERNANDO FACES San Telmo Business School

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