Discapacidad
Para ser grande en la vida, hay que ser humilde de corazón. Muere una camiseta, nace un trapo. Muere un bote de Nocilla, nace un vaso. Muere una botella de Coca Cola grande, nace una botella para tener agua fresquita en el frigorífico. En casa del Tieso se ha respetado el medio ambiente más que el Green Peace. Mi Eufrasio no me lleva a ningún lado dice que como vivimos en el paraíso interior, para qué arriesgar. A veces las personas lloran, no porque sean débiles, sino porque llevan mucho tiempo siendo fuertes. Si te copian, es que has encontrado un modelo de éxito. Si además te critican, es que no saben ni como copiarte. Lo que no entiende la gente, es que a lo largo de una vida, quizás necesitaremos en algún momento esa accesibilidad que demandemos los discapacitados para poder hacer nuestra vida, que no sea otra que la misma que hacen el resto de mortales. O es que tal vez, nadie piensa en los padres con su bebé en la sillita que no pueden ir por la acera, la abuela o padre mayor que necesita andador o silla de ruedas, el joven deportista que se ha roto una pierna o ¿quién no se ha hecho un esguince?. Al final ocurre, que hagas lo que hagas siempre te dejan a ti por la malo o exigente y si por cualquier motivo, intentas dar a conocer públicamente a la prensa, es posible que salga el político de turno filosofando y diciendo que “tú la discapacidad no la tienes en las piernas”, como si con eso cubriera su expediente moral o ético. Por eso, ya a mis años he llegado a la conclusión de que el miedo es la gran discapacidad que padece este mundo, miedo a conocernos, a saber quién somos, qué pensamos y a dónde vamos. La discapacidad no está en las personas faltas de una parte de su cuerpo, está en la mente de muchas personas sanas. Antonio
L. Gallardo (correo electrónico).
● Las cartas no deben exceder de las 20 líneas y han de estar firmadas, indicando el DNI y el domicilio.