ARDE WALILI
EL problema de los asentamientos de trabajadores inmigrantes en Almería ha saltado de nuevo a las primeras páginas de periódicos y televisiones de todo el país y puede (no tenemos datos, pero nos lo figuramos) a medios europeos. Aunque dijimos que íbamos a tratar en esta columna los temas de forma divertida, este caso no se presta de ninguna manera, por muchas vueltas que le demos. Podríamos enfocarlo desde un punto de vista ético, humanitario, sociológico o histórico, pero de eso se están ocupando entidades y personas que están a pie de obra. Así que nos vamos a poner en plan práctico, incluso cínico, y vamos a tratar de las cosas del comer. Y no nos referimos a los productos alimenticios, sino a la economía provincial, es decir al sector que da de comer a un porcentaje muy alto de la población. Y es que el potente “Modelo Almería” tiene en este asunto un punto débil. Vamos, más que débil, vital.
El sector ha resuelto mejor que bien el problema de los residuos de pesticidas y abonos, gracias a la lucha integrada y la producción ecológica cada día es más relevante. Ahora, el problema gordo es el de los trabajadores inmigrantes en los invernaderos. Por una parte ¿hay suficiente mano de obra autóctona para cubrir los puestos de trabajo debajo de los plásticos? Está claro que no. Entonces, ¿por qué no se cuida adecuadamente a esas personas que vienen a sacarnos las castañas del fuego? No encontramos otra explicación que la actitud xenófoba de un porcentaje bastante considerable de ciudadanos, exacerbada por las declaraciones interesadas de políticos populistas y demagogos que piensan que tienen rentabilidad. Y aciertan, porque el número de votantes de la extrema derecha y otras derechas asilvestradas, es muy alto en Almería. El número de inmigrantes pobres -y más si son de otro color y religiónen un territorio es directamente proporcional a los votos conseguidos por la extrema derecha. Véase el resultado de las últimas elecciones. Y de ahí se deduce el miedo del resto de partidos a tomar medidas para afrontar el referido problema de la vivienda medio digna para los trabajadores extranjeros, su integración familiar y su integración en la sociedad en la que están trabajando y pagando impuestos. Porque solucionarlo hay que solucionarlo, o nos llamarán la atención desde Europa y, sobre todo, los compradores europeos dejarán de comprarnos. Y esa es la cruda realidad que nos espera.
¿Por qué no se cuida adecuadamente a esas personas que vienen a sacarnos las castañas del fuego?