La dieta para después

Cada año por estas fechas, siempre pasa igual. Qué si las torrijas, leche frita, buñuelos, roscos, pestiños...La dieta tiene que esperar. Y a Dios pongo por testigo, que le van dando por culo a la dieta, hasta que no pasen las torrijas. Lo sé, sé que no tengo arreglo. Otros se paran en escaparates para ver ropa, zapatos o artículos deportivos. No se puede evitar envejecer, pero no es obligatorio vivir como un viejo. Qué emoción, por fin ya tengo el reloj del coche en la hora nueva. Decía Mario Benedetti...”De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra” y creo que tenía toda la razón, sobre todo en este país en el que vivimos o quizás debiera decir sobrevivimos. Si un huevo se rompe desde fuera la vida termina, si se rompe desde dentro la vida empieza. Las grandes cosas siempre comienzan desde el interior. Siempre el mismo dilema, que si la cantidad, que si la calidad, que si el diámetro, que si la largura...para cuándo se hará un buen estudio que demuestre tanta mentira al respecto o tal vez sea verdad, no lo sé, estoy hecho un lío. Toda mujer a la larga se acostumbra, a la corta nunca. Nadie es perfecto y yo soy el perfecto ejemplo. Pueda parecer una frivolidad o una tontería, el estar disfrutando de una buena comida en compañía de mi familia. Pero prefiero una y mil veces esto que toda la insensatez que nos rodea. Las peroratas que te sueltan sin tú pedirlas y además porque me da la gana recordar otros tiempos felices. Las patatas a lo pobre con pimientos fritos y la asadura picante en Doña Juana son deliciosas. Antonio Luis Gallardo