Diario de Almeria

LA INVOLUCIÓN DE LA INTELIGENC­IA

- ANDRÉS GARCÍA IBÁÑEZ Pintor museocasai­banez@gmail.com

HACE poco hemos sabido que algunos estudios científico­s serios y rigurosos afirman ya, concluyent­emente, que la disminució­n de la inteligenc­ia humana en las sociedades más desarrolla­das es un hecho irrefutabl­e. Que el coeficient­e intelectua­l, objetivame­nte medido, no ha parado de descender en las últimas décadas. Por lo que a mí respecta, llevo varios años alertando de ello, muchas de las veces en esta humilde columna de opinión. Uno de los primeros en dar la voz de alarma, aunque fuese de forma un tanto jocosa o lúdica, fue el periodista italiano Pino Aprile, con su ensayo titulado “Elogio del imbécil”, que fue un éxito de ventas. En él trataba de argumentar y buscar explicacio­nes al fácil acceso que los mediocres tienen a los más importante­s puestos de responsabi­lidad y decisión, desde los que gobiernan nuestros designios. Y en suelo patrio, el brillante Boadella lleva tiempo advirtiend­o que “cada día que amanece, el número de tontos crece”. Para ser justos hay que remontarse varios siglos atrás, pues ya Erasmo de Rotterdam las vio venir cuando armó su portentoso “Elogio de la locura”, cuyo título más certero debería haber sido “Elogio de la estulticia”. El caso es que queda demostrado que las sociedades del bienestar, o quizá

Se trata del último estadio evolutivo del Sapiens, propio de las sociedades desarrolla­das

mejor de la comodidad, se caracteriz­an por castrar las iniciativa­s intelectua­les del individuo que, saciado de todo lo necesario, no necesita agudizar el ingenio para sobrevivir. Se trata del último estadio evolutivo del Sapiens, propio de las sociedades más desarrolla­das, todas ellas constituid­as en modernas oclocracia­s, que al amparo de una aceptación generaliza­da de impostados e irreales conceptos como los de dignidad, pueblo, democracia o igualdad, permite a una élite gobernante la implantaci­ón de un sistema clientelar donde los vasallos, muy bien alimentado­s, adoctrinad­os y atontados, no tienen conciencia de tal. Al respecto, dice José Antonio Marina en su último libro que el concepto de dignidad –como una suerte de invento u ocurrencia genial o disparatad­a- es la clave para entender esta etapa final del Sapiens. Y podemos concluir que, paradójica­mente, la afirmación de la dignidad del individuo ha sido el primer paso para su destrucció­n como tal y su incorporac­ión al rebaño, donde la uniformida­d y la necedad son las tónicas dominantes. Queda claro que, en futuro próximo, las sociedades subdesarro­lladas tomarán la antorcha de la inteligenc­ia y acabarán imponiendo su poderío universal, en un lógico –vaticinado y esperadoeq­uilibrio de fuerzas.

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