Diario de Almeria

ALMERÍA Y DOÑANA

- ESTEBAN REQUENA MANZANO Filósofo estebanreq­uenam@gmail.com

VENIMOS de unas fechas en las que se vivió una especie de revuelta a causa del agua. Hubo mucho movimiento, manifestac­iones, declaracio­nes de políticos y agricultor­es por la regulación del trasvase del Tajo. Empiezan los recortes del volumen de agua que se va a trasvasar, y ni Murcia ni Almería estaban dispuestas a renunciar a recibir el agua que, dicen, es un derecho. Supongo que tomarán como punto de partida esas declaracio­nes de Espinosa de los Monteros soltando la siguiente genialidad recogida en la prensa: ”Si el agua es de todos y sobra el agua, haremos todo lo posible para traer el agua a Almería”. Curiosamen­te, yo también estoy de acuerdo. ¿Quién podrá estar en contra de trasvasar el agua si sobra? ¿Y quién no está de acuerdo en que el agua sea de todos? Aunque tal vez él no lo tuviera demasiado claro, habida cuenta de que ponía esa afirmación como una de las condicione­s para traer el agua a Almería. Sin embargo, lo que pasa es que no estamos en condicione­s de afirmar que se cumpla la otra condición: que sobre el agua. Y aunque un análisis lógico formal diría que la negación del antecedent­e no implica la negación del consecuent­e (en este caso, los esfuerzos por traer el agua a Almería) la realidad mostraría que, si no hay agua, vanos serán los esfuerzos por traerla. Por tal motivo, la ampliación de regadíos esperando a continuaci­ón la llegada del agua se puede convertir en una fuente de frustracio­nes: ¿qué hacer con las sucesivas explanacio­nes que esperan el agua para hacer crecer las lechugas? Se impone una dosis de realismo en la actividad política: si hacer política es prever acciones de cara al futuro, pensemos que hasta que no se resuelva el problema del agua no pueden autorizars­e más ampliacion­es. Es por pura responsabi­lidad. Y esto enlaza con lo que está pasando en Doñana y con las propuestas de legalizaci­ón o ampliación de regadíos. Es fácil y populista y sobremaner­a inoprotuna legalizar las que hay ilegales e incluso autorizar otras nuevas esperando que se realicen otras “obras hídricas”, que no asume la Junta como sus propias competenci­as, y culpar luego a los demás (en este caso al Gobierno Central) de la carencia de recursos hídricos. Las obras, por sí mismas, no van a resolver el problema si no hay de dónde traer el agua. A las declaracio­nes de algunos consejeros o incluso del Presidente solo les falta añadir: “¡Que no hay agua? Pues que la pinten”.

A las declaracio­nes de algunos consejeros sólo les falta añadir: “¡Que no hay agua? Pues que la pinten”

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