La mina del compadre Frasquito
● La Jefatura de Minas registró en los siglos XIX y XX denominaciones muy curiosas a las extracciones geológicas de la provincia
QUE la provincia de Almería ha sido una potencia minera no cabe duda. Desde tiempos remotos, en las entrañas de las montañas locales picaron individuos de civilizaciones y culturas milenarias buscando oro, cobre, azufre, hierro o plomo.
Innumerables publicaciones editadas durante las últimas décadas datan muy bien la trayectoria de los empresarios mineros, el “boom” de la industria y su posterior declive. Los almerienses que disponían de derechos mineros de explotación en distintas galerías y cerros solían “bautizar” aquellos parajes con nombres peculiares, vinculados a sus clanes familiares, relacionados con sus amistades, gustos, aficiones o con el santoral.
Hubo minas en explotación con nombres de santos, santas y vírgenes por doquier: “San Miguel”, en Albanchez y en Lubrín; “San Antonio”, en Benahadux, Carboneras y Dalías; “Santa Susana”, “Santa Catalina” o “Virgen del Carmen” en Berja; “San Vicente”, en Lubrín; “San Esteban” en Felix; “San Fernando” en Gádor; “San Andrés” en Macael, “San José”, en Carboneras y otra en Lubrín; “San Braulio”; “San Indalecio”, “Virgen del Mar” y “San Roque”, en Níjar, “San Francisco” y “San Manuel”, en Turrillas”; “San Joaquín” en Bédar; “San Matías”, en Fondón; “Santa Julia”, en Macael; “San Pedro”, en Beires y Bacares; “San Juan Bautista” en Santa Fe de Mondújar; “San Cristóbal”, en Sorbas o “San Jerónimo”, “San Torcuato” y “Virgen del Pilar” en Cuevas del Almanzora.
Durante una época, fue costumbre bautizar la mina con nombre de mujer. Madres, abuelas, esposas, hijas, sobrinas, nietas, amantes, primas… Si el señorico dueño de la concesión de una mina bebía los vientos por una fémina, rápidamente le otorgaba su nombre a las galerías donde extraía hierro, plomo u oro: “Martirio”, en Gérgal; “Aurora”, en Pechina; “Emiliana” en Beires; “Doña Manuela”, mina de plomo en Berja; “Mi hermana”, en Gádor; “Mari Carmen”, en Níjar; “Purita”, en Fiñana; “Mi Adelina”, en Gérgal; “Carolina”, “Encarnación” y “Asunción” en Cuevas del Almanzora y en Felix; “Luisita”, en Bacares o “Angelita”, en Bédar. Los clanes familiares, igualmente, acaparaban algunas denominaciones: “Los Gázquez” en Dalías, cuyo propietario era José Gázquez Jiménez; “Mis hijos”, de Francisco Soler Soler, en Serón; “Mi compadre Frasquito” y “Mi Bernardo”, en Bédar.
No obstante, los nombres curiosos predominaban en la relación existente en la Jefatura de Minas: “Santiago y Sierra España” y “Por si acaso pega”, en Níjar; “Pochola”, en Abrucena; “La Recuperada”, en Laujar del Andarax; “Almería, de oro”, en Níjar; “Mi Constancia”, en Oria; “Quién sabe”, en Pulpí; “De mi ilusión”, en Rágol; “Casualidad”, en Viator; “Sorpresa”, mina de plomo virgitana de Francisco Ibáñez Martínez; “Leovigildo en el cable”, en Carboneras; “Pocholito”, “La Farmacia” y “Marquesita”, en Fiñana; “No me duermo”, en Rodalquilar; “Las garras de la Loba”, en Abrucena; “Llegué a tiempo”, en Gérgal; “Municiones”, en Vélez Rubio; “El Golpetazo” y “Perdigona”, en Bacares; “Besada Almeriense”, en Lubrín; “Llegamos a tiempo Virgen del Mar”, en la capital; “La Venganza de Cavite”, en Abla; “La Despreciada”, “El Borracho”, “La Mulata”, “La Matraca” y “Nunca es tarde”, en Bédar; “Ello saldrá” en Turrillas; “La Alcantarilla”, en Tabernas; “Salud y pesetas” y “Camino del cielo”, en Canjáyar; “La del medio”, en Lucainena; “Buen viento corre”, en Gádor; “La Vara del Alcalde”, en Gérgal; “Grande Oro” en Almócita; “Observación al amigo de los niños”, en Cuevas; “Por si acaso”, en Pulpí; “Tú me sacarás”, en Alhabia; “La Zalea Apolillada”, en Gádor; “Siempre es hora”, en Níjar o la mina de lignito de Cantoria llamada “Sigue la economía”.
Están también las minas almerienses bautizadas con el nombre de la sociedad que las descubrió o explotaba, como “Los seis amigos” de Níjar; “Los tres Pacos” en Cuevas; “Tres amigos”, de Francisco Navarro Segura, donde se sacaba plomo; “Cuatro amigos” en Bédar o “Los cuatro amigos” en Gérgal. Las plantas, personajes históricos, lugares emblemáticos del mundo, planetas o los animales no se libraron de ser empleados como denominación de algunas minas: “La Hormiga”, en Dalías; “La Manzana”, en Serón; “Rosa de Jericó” en Berja; “Chavarito”
(pintor granadino del barroco) fue el nombre impuesto por la sociedad “Hijos de José Fuentes” a una extracción de hierro en Carboneras y “La Fontana” a otra galería en el mismo pueblo; “El Pajarraco”, en Berja; “Zeppelin”, en Níjar, “Lirio hermoso” y “Miel blanca” en Cuevas del Almanzora;
“Texas”, en Enix; “Saturno”, en Fiñana; “Nápoles” y “Las dos Sicilias” en Gádor; “Melilla”, donde se extraía hierro, en Mojácar; “El Abejorro”, en Nacimiento o “Cometa Halley” en Abrucena.
Las mencionadas solo son una milésima parte de las minas existentes en Almería durante los últimos siglos. La actividad generó riqueza en los momentos de auge y un negocio anexo alrededor en el que también coexistieron medios de comunicación. Los magníficos libros de investigación sobre periodismo y prensa almeriense de Víctor J. Hernández Bru o Francisco Gerez Valls recogen con detalle datos de las revistas y semanarios de la provincia vinculados con la minería.
La publicación con más solera y calidad de las editadas en el XIX y XX fue el semanario “El minero de Almagrera”, de Cuevas del Almanzora. Su fundador, propietario y director fue Antonio Bernabé Lentisco; la revista estuvo editándose desde 1874 a 1910. Más de 1.600 números informando sobre la actividad minera en Almería e incluso con datos de economía internacional y hasta el cambio de divisas en París y Londres.
En febrero de 1899 salió a la calle el semanario “Almería minera”, el órgano oficial de Círculo Minero y Mercantil. Se editaba en español e inglés y tenía su redacción en el Paseo número 24. Aportaba información de nuevas técnicas, maquinarias y propuestas oficiales para la explotación de parajes. En 1901 salió el “Boletín Minero de Almería” dirigido por Felipe Navarro de Aguilar. En 1908 nació el mensual “Gaceta Minera de Almería” fundado por el notario Miguel García Fernández e impreso en Murcia. En 1923, Manuel Córdoba Membrive editó el semanario “Gaceta Minera y Comercial de Almería”, basado en anuncios y publicidad. También vieron la luz “La Revista Industrial y Minera”, en 1895, o el semanario “La Opinión” sobre asuntos mineros dirigido por Serafín Campoy Campoy, en Cuevas.
Con la decadencia de la industria, estos medios terminaron cerrando sus redacciones. Sin extracciones, no había publicidad ni información. Pero la mayoría de las minas están desatendidas, abandonadas o esquilmadas, pero ahí siguen en los parajes increíbles de los cerros de nuestra provincia. Algún uso habrá que darle a ese patrimonio histórico.