Diario de Almeria

LOS PAISAJES DE G. CERVANTES

- FRANCISCO BAUTISTA TOLEDO

Autor.

Lugar. Fecha.

LTítulo.

A mano del pintor enseña su experienci­a, y dominio, en las obras que ofrece. Ginés Cervantes, referente de la Pintura almeriense, explora los campos de posibilida­des plásticas, en su obra última. En esta ocasión, ahonda en el inmenso universo del cromatismo, en sus veladuras espesas, para salir de estas y postrarse ante el esplendor dorado, el verde intenso, el azul frágil, leve tono que transmite el presentimi­ento de plenitud y éxtasis.

En sus cuadros observamos extensione­s de color, franjas organizada­s que definen el paisaje aprehendid­o, bajo un cielo en ebullición, torbellino constante en el ambiente. A veces rompe este orden la roca descarnada, la palmera indolente, la soledad de la desolación, páramos sometidos a la dureza del clima. Árboles que aparecen resistente­s, descarnado­s, retadores a las mordidas del clima, siempre buscando la evasión de la costra reseca. Y el Sol, genio presente en el escenario que define esta tierra, poderoso, hiriente, vivificant­e, rojo incandesce­nte, sumida la vista en un mar de turbiedade­s que el ambiente presenta, sometiendo los caminos, acompañado­s de pitas, en reflejos de otras estancias posibles, infinitud, tedio, permanenci­a y evasión hacia diversas realidades. Cuando pinta el mar, la encrespada superficie acuosa refleja, y recoge, la turbidez y efervescen­cia de la calima, el furor de los cielos, la bravura de la imagen. Encuentra el artista, en su deambular por el paisaje, espejismos dorados, relatos de otras realidades, donde la vegetación muestra su esplendor. Los verdes explotan, un suave aroma dorado atraviesa los cielos para depositars­e en el oasis encontrado, ¿o tan solo es un espejismo? En esta propuesta, encontramo­s la huella de la fantasía que existe en campos y oquedades, en las sombras y arboledas, destellos en el trayecto, que el artista descubre. Recrea Ginés Cervantes su mirada en el Cabo de Gata, eterna sorpresa de fantasías luminosas, senderos perdidos, murmullo permanente del mar y viento, gozo continuo que empapa la soledad de la persona sumida en el entorno.

El color desborda la obra de Ginés Cervantes, como marea espesa, henchida de fuerza radiante, convertido en el rastro dejado por la impresión causada ante la visualizac­ión del paisaje. Condensa su significad­o en una representa­ción cromática ordenada, que escapa de la abstracció­n, para ir más allá de la figuración, pues plasma sentimient­os vitales, la energía del ambiente, la autenticid­ad de la vida. Ginés Cervantes pinta con libertad, maestría y genio.

Overa.

Ginés Cervantes. Paisajes. Teatro Villa de Huércal Hasta el 27 de abril.

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