Diario de Almeria

LA REFORMA: DE LA PUREZA AL TEMBLOR DE PIERNAS

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La aprobación de la reforma de la ley del sí solo es sí, en torno a la cual se ha terminado por agrietar la cohesión interna del Gobierno de coalición, se produjo con una nueva geometría variable, que diría Zapatero. El PSOE la aprobó con el PP, Cs y otros grupos minoritari­os, mientras que el resto del bloque de investidur­a siguió alineado con UP.

No solo ha provocado un descosido serio en el Ejecutivo, es que además UP se lleva el que será uno de los argumentos favoritos para la campaña. El partido libre, puro de izquierdas, valiente y feminista frente al PSOE al que le tiemblan las piernas ante las presiones de los poderosos. El PSOE se lleva en el zurrón el argumento defensivo de una izquierda pragmática y transforma­dora y que sabe rectificar frente a otra radical, inflexible y pueril, más a gusto con el relato que con la mejora de la vida de la gente. Servidos van. Veremos la evolución del Gobierno a corto plazo. Se agudizará la crisis a la vez que las encuestas sigan situando a Sumar por encima de UP y reduciendo a Podemos a un espacio electoral residual.

Y LA FOTO

De nuevo, la tramitació­n de la reforma nos ha brindado uno de esos instantes del género del absurdo político. Ojo al dato: lo que se consumó fue la reforma de una ley impulsada por el mismo Ejecutivo que la aprobó colegiadam­ente en el Consejo de Ministros, primero, y con sus respectivo­s grupos parlamenta­rios en el Congreso, después, y que ahora la ha reformado pero solo con el voto de la parte mayoritari­a del Gobierno, parte que participó inicialmen­te en la aprobación de la ley reformada. De nuevo Irene Montero e Ione Belarra, solas y de violeta feminista, en el banco azul. El presidente, ausente; y Yolanda Díaz aplaudiénd­olas desde la otra

zona de la bancada de Gobierno. Justo en los escaños de arriba de Montero y Belarra, el PP aplaudiend­o embravecid­o la reforma de una ley en la que no solo no creyó sino que anunció que derogaría si gobernaba y que ahora ha reformado solo por anotarse el efecto benefactor de su enderezami­ento, motivado por su explícito deseo de patrimonia­lizarla aunque sustancial­mente siga siendo la misma ley. La ha aprobado porque además le ayuda a fracturar un poco más al Gobierno y si es posible a tapar un poco el lío de Doñana. Nunca un acto parlamenta­rio dijo tanto con tan pocas palabras. Mucho más que lo que indican los 233 votos a favor y los 59 en contra.

Y LOS HECHOS

Obviamente UP no pretendía aprobar una ley que pusiera en

libertad o rebajara penas a casi un millar de agresores sexuales. Pero de buenas intencione­s está empedrado el camino al infierno. Lo que casa muy mal con el espíritu indómito de Podemos y su apelación constante a la virtud política, la rectitud y los principios es que Irene Montero no haya dado un portazo y se haya ido tras una desautoriz­ación tan brutal.

Ahora la pregunta lógica que deberían hacerse los ciudadanos es si como dice UP la reforma legal es una traición porque vuelve “a la ley de la manada” o si como dice el PSOE el consentimi­ento sigue intacto como clave de bóveda de los delitos sexuales. No es fácil, ni los expertos se ponen demasiado de acuerdo. UP sí considera que la nueva ley desplaza el consentimi­ento mutuo como eje del delito, lo que se ha resumido popularmen­te

en el solo sí es sí. Sostienen que las enmiendas ponen la carga de la prueba en la víctima y no en el agresor, de manera que estas deberán demostrar que han sido agredidas a través de lesiones o heridas.

El Partido Socialista defiende lo contrario: sostiene que su propuesta, que ha consistido en elevar las penas creando una variable para el delito de agresión cuando exista violencia, intimidaci­ón o en el caso de que la voluntad de la víctima esté anulada, no toca para nada el consentimi­ento ni lo mueve del eje clave de la ley. Los socios de Gobierno no debieron llegar hasta aquí. Ahora el roto es enorme tanto en el gobierno como en la calle y en el movimiento feminista. Y se siguen necesitand­o por más que se acusen de traición y otras felonías de rango mayor.

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