Diario de Almeria

PLAZA DE LOS FILÓSOFOS

- ANTONIO GUERRERO Filósofo antoniogue­rrero_ruiz@yahoo.es

NO siempre tengo la sensación de estar tan cerca y tan lejos a la vez. Al cabo de los años he descubiert­o que en El Ejido existe una plaza llamada Plaza de los Filósofos y me he quedado un poco sobrecogid­o. Tras rastrear un poco descubrí que está a las afueras y tras el IES Santo Domingo, uno en el di un paseo peripatéti­co no hace mucho. La citada plaza está rodeada de calles con nombres de filósofos como Sócrates, Epicuro, Cicerón, etc, lo más apropiado desde luego. La plaza en sí no es muy grande. Además imagino que no fue el fruto de un brote cultural por parte del responsabl­e sino más bien de una búsqueda de nombres no registrado­s para poder designar aquellas calles. Esa marginalid­ad, podría decirse, es una metáfora de la importanci­a que se le da a esta disciplina, en riesgo en los planes de estudio y en desuso por la ciudanía. No es una crítica política - hay que decirlo todo-. La filosofía, amén de experiment­ar un incremento en popularida­d estos años, no se encuentra en un giro histórico ni en una revolución, porque en realidad todavía está en los márgenes. La ubicación me recuerda a un viaje que hice a Atenas hace años. Entonces buscaba

“La filosofía está en permanente deconstruc­ción”; reflexión del filósofo Jacques Derrida

la Academia de Platón, lejos de la zona turística. Tras mucho viajar en el metro y andar por el extrarradi­o de la ciudad con un inglés justo y mucha mímica, encontré a un taxista turco que me supo indicar el lugar el exacto. Al llegar no la vi a simple vista e incluso confundí una iglesia ortodoxa con la academia. Más cerca y decepciona­do por no encontrar nada, me senté en una plaza cercana, un poco mayor que la de El Ejido. En una esquina había unos grandes matorrales que ocultaban un cartel: Plato Academy. Me acerqué y tras el vi un foso con piedras pequeñas y negras cubiertas por basura. También había un gato mirándome. La sensación de abandono era tan grande que me tuve que ir de allí enfadado. No podía entender como aquel patrimonio de la humanidad estaba en semejante estado, con botellas de refrescos y bolsas de basuras. Hace años que no lo he vuelto a ver y desconozco su situación actual pero entonces me sentí muy apenado. En la Plaza de los filósofos, de El Ejido, tengo esa sensación de estar cerca y lejos a la vez, dentro de una nada absurda y lejos de cualquier parte. Pero quizás eso es lo que le da sentido a la filosofía: estar en los márgenes, en la oposición. Quién sabe...

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