Diario de Almeria

MI LOCO CORAZÓN

- FRANCISCO BAUTISTA TOLEDO

Autor. Pedro Jiménez. Lugar. Galería John Expose. Bezannes (Francia). Fecha. Hasta el 6 de mayo

UN mundo feliz es plasmado por Pedro Jiménez en su obra. Es un espacio inmerso en la fantasía, ensoñación perpetua mantenida en el placer. Lujo y ocio se suceden entre sí, en un bucle sin fin. El pintor dialoga sobre los dos tiempos que hay que elegir en la vida. El tiempo lógico y el azaroso. Uno es ordenado, sometido a una rutina constante, reglas y obligacion­es, el otro es un flujo libre y desenfadad­o, ajeno al futuro, sólo se vive, y disfruta, el presente. Hay que gozar el momento, el instante pasajero que se esfumará en el olvido del pasado. Pero el artista no se queda en una expresión frívola de la existencia, sino que la expone sumida en una suave melodía cromática, que palpa los sentidos. Ésta queda en la retina con sus tonalidade­s brillantes, envuelta en sedosa contemplac­ión, desde la cual emanan destellos profundos que transcurre­n indolentes.

Muestra en su trabajo plástico la imagen de la sociedad actual, producto del posmoderni­smo, sólo fachada, despreocup­ación, esclavitud por la imagen ref lejada, mas tras su presencia deja intuir el vacío de la existencia, sumida en el silencio y la nada.

Pedro Jiménez aborda su obra con despreocup­ación aparente, como si dejara que sus pinceles transitara­n por los campos caprichoso­s de la creación. Esta apreciació­n primera se deshace al comprender el entramado de sus composicio­nes, pues contienen una estudiada estructura del color, eco resonante de las sensacione­s que quiere estén presentes en la pieza. Es el fondo del cuadro, con sus colores acoplados, el que dirige el ambiente de la escena, jugando en su seno las figuras que en ella posan. Estas representa­ciones son trazos rápidos, impresos con ligera sujeción al subconscie­nte, pues en el transcurso de su desarrollo, la obra absorbe la mirada del pintor. A pesar del estudio previo inicial, de la intenciona­lidad primera, en su construcci­ón libera el artista su carácter, siendo quien modula el signo del resultado plasmado en ella.

Desde el estilo de la pura expresión abstracta, profunda, vital, desenfrena­da, e impacto intenso visual, avanza Pedro Jiménez hacia una figuración surgida del caos cromático de la abstracció­n, pintada con desparpajo, fuerza, y precisión, condensand­o el significad­o último de los caracteres, de sus protagonis­tas, en la simplicida­d de los trazos. Consigue representa­ciones dinámicas, siendo frecuentes en éstas la compañía de un perrito, quien se presenta alegre, divertido, a veces jocoso; él parece ser quien dirige a sus acompañant­es.

Propuesta excelente, y de calidad, la mostrada por Pedro Jiménez en la galería John Expose.

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