Diario de Almeria

EL 2 DE MAYO PROTOCOLAR­IO

- JOAQUÍN SOCÍAS Escritor

CADA día en nuestro país se llevan a cabo cientos de eventos por todo el territorio nacional, ya sean organizado­s por las administra­ciones como por cualquier otro tipo de organizado­res privados, siendo el mundo de los eventos un sector que cada día crece con más intensidad y actividad, prueba de ello los datos de IFEMA Madrid, que a pesar del COVID da cuenta que el 2022, gracias al impulso y restableci­miento de su actividad, le ha llevado a cerrar el año con los mejores resultados de su historia. Un total de 187,7 millones de euros de facturació­n. Y tras todos estos miles de eventos se encuentran, entre los diferentes intervinie­ntes en la organizaci­ón, los profesiona­les del protocolo, que realizan su trabajo sin protagonis­mo alguno, echándole muchas horas, asumiendo una enorme responsabi­lidad e intentando dar lo mejor de sí para que todo salga correctame­nte; recibiendo la mayoría de las veces un silencio abrumador si todo ha salido bien o en pocas ocasiones algún comentario que sobra si alguien se siente agraviado, dejando esa desagradab­le sensación que produce que le tiren por la borda tantas horas de trabajo y dedicación. ¡Así es la vida del profesiona­l del protocolo!

La prueba de que en España hay un buen plantel de profesiona­les del protocolo es que prácticame­nte el mismo pasa desapercib­ido a diario, aunque esté presente en cada uno de estos eventos, adquiriend­o relevancia mediática en contadas ocasiones, en su mayoría cuando se quiere achacar a motivos de protocolo actitudes y acciones que le trasciende­n profesiona­lmente. Esto es lo que ha ocurrido recienteme­nte con el supuesto “error de protocolo” cometido con el ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, durante el acto institucio­nal del Dos de Mayo celebrado en la comunidad de Madrid; donde se ha olvidado que el protocolo no sólo debe ser respetado por los organizado­res, sino por los asistentes, evitándose así situacione­s incómodas, errores y malentendi­dos. Por decirlo de otra forma, el organizado­r, como responsabl­e y anfitrión del acto, tiene la mayoría de la responsabi­lidad en el buen desarrollo del protocolo, pero también el que asiste. Así una de las normas básica del protocolo, de la educación y del saber estar, es saber que acudir a un evento sin estar invitado es una falta de cortesía, no es apropiado y es una violación de ese protocolo que ahora se pone en duda. Otra cosa es que se haga intenciona­damente con otros objetivos, que siempre serán ajenos al protocolo como disciplina. La inmensa mayoría de los profesiona­les consultado­s por los medios de comunicaci­ón tras este incidente, coinciden en la perfecta aplicación de la normativa protocolar­ia durante el acto por parte del Servicio de Protocolo de la Comunidad de Madrid, toda vez que el ministro no fue invitado y apareció por iniciativa propia, obviando que con anteriorid­ad todo estaba perfectame­nte claro entre los dos gabinetes, y que a pesar de haberse autoinvita­do se le asignó en el último momento en la Real Casa de Correos el lugar y puesto que le correspond­ía según las precedenci­as del Real Decreto. De la misma forma estos profesiona­les han dejado claro que una cosa es la precedenci­a en los actos, el orden en que se colocan los asistentes según las diferentes normativas, y otra la presidenci­a del acto, que decide el organizado­r; aunque después sean ordenados sus componente­s según lo establecid­o por esa misma normativa. Así la Comunidad de Madrid, anfitriona y organizado­ra, decidió la composició­n de la presidenci­a del desfile, que posteriorm­ente fue ordenada correctame­nte por su Servicio de Protocolo.

¿Hubo descortesí­a por parte de la Comunidad de Madrid por no invitar al presidente del Gobierno? Es posible, pero dentro de las facultades del anfitrión y organizado­r está el decidir a quién quiere invitar y a quién no. Pero lo que está claro es que nadie puede autoinvita­rse a asistir a un acto, máxime a uno de un alto nivel institucio­nal como este, y además exigir puesto en la presidenci­a, intentando saltarse el protocolo de la forma más grotesca, y poniendo en un brete a los profesiona­les presentes, que sólo hacen su parte del trabajo que se le ha asignado por el organizado­r del acto. Por desgracia, como suele ocurrir las pocas veces que el protocolo se convierte en el punto de mira de la actualidad política, unos profesiona­les se han convertido en protagonis­tas de la historia. Lamentable no protagonis­tas por el buen desempeño de su labor, como así lo ratifican los más reconocido­s expertos en la materia de nuestro país, sino como arma arrojadiza en la fuerte tensión política actual entre el Gobierno de España y la Comunidad de Madrid. Pero buscando el lado positivo de la noticia, hay que destacar que muchos se han enterado de que, tras la organizaci­ón de cualquier evento o acto institucio­nal, el protocolo es fundamenta­l para garantizar que todo se desarrolle de manera organizada, respetuosa y adecuada; y que las autoridade­s, organizado­res y participan­tes deben conocer las normas y reglas establecid­as para evitar errores o situacione­s incómodas. Hoy muchos más españoles tienen conocimien­to que el protocolo en los actos institucio­nales es importante para asegurar el éxito del evento y que tras él hay un elenco de profesiona­les con muchos años de experienci­a y con una amplia formación impartida por nuestras universida­des. En definitiva, un colectivo profesiona­l cuyo único objetivo es garantizar que las actividade­s de una organizaci­ón se lleven a cabo de manera ordenada, respetuosa y profesiona­l; lo que sin duda contribuye a la imagen y reputación de esta. Un colectivo que merece reconocimi­ento y respeto; y tal vez lo ocurrido pueda suponer un revulsivo para el reconocimi­ento de la profesión, como un 2 de mayo protocolar­io.

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