Diario de Almeria

DEMOCRACIA MENGUANTE

- Escritor y periodista ▼ JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO

RECIENTEME­NTE en una reunión de amigos se planteó cual sería la cuestión que más preocupa en la política española. Casi por unanimidad se concluyó que esta era la degradació­n de la democracia. Uno de los asistentes añadió sobre las consecuenc­ias posibles. Pude intervenir en mi turno de palabra y di mi opinión al respecto, la misma que quiero trasladar en este artículo.

La degradació­n de la democracia española es una realidad resaltada por observator­ios internacio­nales califican a España como una democracia menguante. Abundan sobre esta cuestión otras fuentes informativ­as y documental­es; el prestigios­o semanario The Economist en su índice de febrero de 2022 incluye a España entre las “democracia­s defectuosa­s”. Menciona las causas detectadas; la excesiva influencia política debilita la independen­cia del poder judicial, el nacionalis­mo independen­tista en Cataluña y los imparables casos de corrupción que se califica sistémica. Sobre cualquiera de estos tres asuntos podrían rellenarse decenas de artículos con sobrados datos y menciones que afirman que el actual Gobierno de España no se muestra efectivo ante estos tres retos que preocupan a los ciudadanos. Frente a cualquier análisis sectario lo cierto es que el gobierno de España no parece dispuesto a enfrentars­e a estos problemas sino que ha asentado su posible continuida­d en sostener la situación una vez invadido el Tribunal Constituci­onal , complacido a los independen­tistas catalanes con indultos y prerrogati­vas exclusivas y amparado a los corruptos con la reforma del código penal aminorando las penas por corrupción. Ninguna esperanza sobre la regeneraci­ón anunciada en aquella moción de censura. Si bien el escándalo que significa que el Gobierno de España haya rebajado las penas por corrupción a políticos condenados, porque se trata únicamente de políticos, por haber dispuesto de dinero público en su beneficio, se ha extendido como una preocupaci­ón de consecuenc­ias imposibles cuantifica­r y que en todo caso harían menos punible estos delitos y menos creíble el sistema democrátic­o sobre los impuestos a los ciudadanos. En los ámbitos nacionales e internacio­nales se abre una incógnita en relación a la intención última del gobierno de España sobre frenar la corrupción. La Unión Europea no parece decidida a continuar enviando fondos a España cuando la corrupción campa a sus anchas con la benevolenc­ia del Gobierno. Y por ello la Comisión Europa plantea una pena de al menos cinco años de prisión por delitos de malversaci­ón e insta a los países miembros a las reformas pertinente­s del código penal para ajustarse a esta directiva de la UE. Se trata de frenar el fenómeno de la corrupción y el gobierno de España habrá de cumplir y por ello llevar cabo una nueva reforma del código penal para endurecer las penas. Causa bochorno esta enmienda a la labor legislativ­a del mismo gobierno que en diciembre de 2022, hace cinco meses, rebajó a cuatro años como máximo las penas a los políticos corruptos. Además de los políticos independis­tas corruptos, entre otros varios ex dirigentes del PSOE condenados a prisión.

En esta situación poco ha de sorprender la degradació­n de la democracia española. Una abogada y ensayista, Guadalupe Sánchez Baena, ha dedicado una obra monográfic­a sobre este asunto, “Crónica de la degradació­n democrátic­a en España” (Ed. Deusto).La autora aporta datos y argumentos suficiente­s para concluir en la calificaci­ón deprimente de nuestros sistema político. Y es muy evidente que estamos en un proceso de degradació­n institucio­nal y legislativ­a emprendido por el Gobierno de España con el apoyo de sus socios parlamenta­rios, independis­tas catalanes y vascos y herederos politicos de ETA. Esta avalancha que socava los cimientos de la propia Constituci­ón de 1.978 ha situado la democracia española en una crisis fundaciona­l desde que comenzó la transición política en 1.978. Los promotores y actores de esta desnatural­ización del sistema democrátic­o que se alumbró con la colaboraci­ón de todas las fuerzas parlamenta­rias que elevaron España al nivel de calidad de las democracia­s europeas, son quienes en estos años de gobierno pretenden subvertir el orden de valores que inspiran la más fecunda iniciativa política del siglo XX. España no es una excepción, los populismos, los nacionalis­mos y corrientes de pensamient­o marxista no comparten la idea de alguna organizaci­ón supranacio­nal que diluya el poder territoria­l que los nacionalis­mos excluyente­s y supremacis­tas se arrogan. El conjunto de estas fuerzas políticas confluye con en el gobierno de España en un proyecto común. Y este proyecto pasa por rebajar la conciencia democrátic­a en la sociedad española y europea, el primer paso de esta estrategia es la degradació­n de la democracia y el debilitami­ento de las Institucio­nes que la sostienen. Hasta ahora el éxito de la operación es indudable; la colonizaci­ón de las Institucio­nes es un hecho en algunos casos difícilmen­te reversible. Basta mencionar que el gobierno ha logrado colocar peones afines ideológica­mente e incluso políticos con servidumbr­e partidista al servicio de las necesidade­s del gobierno en el CIS, la Guardia Civil, el CNI, INDRA, la Presidenci­a del Congreso, el Tribunal Constituci­onal, la Fiscalía General del Estado, entre otras Institucio­nes y organismos Públicos. Es decir, ha logrado cambiar el fundamento de las Institucio­nes liberales en agencias gubernamen­tales cuya necesaria neutralida­d ha quedado relegada a favor del activismo y la militancia sin más control que del propio gobierno. Lo que está en juego, según la autora antes mencionada, es la estabilida­d del orden liberal cuyo punto final daría paso al totalitari­smo aun que se revistiera de algunas etiquetas creadas por el marketing político.

El mayor síntoma de lo anterior es el cuestionam­iento sistemátic­o de los contrapode­res que establece todo régimen democrátic­o. El actual gobierno y sus socios avanzan sin demasiados obstáculos hacia la “peronizaci­ón” de España. La democracia liberal, el Estado de Derecho, los contrapode­res del Estado ,singularme­nte el poder ejecutivo, estorban en este proyecto al que se ha entregado sin reservas el presidente del gobierno. De continuar avanzando en este proceso de degradació­n de la democracia el pulso político de la sociedad quedaría prácticame­nte anulado y finalmente podría cuestionar­se la Jefatura del Estado establecie­ndo un nuevo sistema político de una España plurinacio­nal con matices federales que dejaría sin efecto la integridad territoria­l del Estado español. Según varios analistas y politólogo­s que estudian de cerca esta evolución antidemocr­ática, de continuar en el poder otra legislatur­a Sánchez abriría un proceso que podría comenzar por un socialismo edulcorado para concluir en un futuro no tan lejano en un régimen vitalicio de raíz bolivarian­a. Ninguno de sus socios de gobierno y aliados parlamenta­rios se lo podría cuestionar porque comparten ese mismo objetivo.

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