Diario de Almeria

Estudia y aprueba sin que te cueste la vida

Hay pequeñas cosas que podemos hacer para que nuestro cuerpo y, por supuesto, el cerebro, tenga los recursos suficiente­s para poder aguantar dándolo todo

- ANTONIO RÍOS www.doctoranto­niorios.com

MIS hijas están histéricas a estas alturas del año. Lucía la mayor en segundo de carrera. Paloma la pequeña terminando segundo de bachillera­to. En resumen: es época de exámenes y están con la ansiedad, las insegurida­des y el estrés en máximos anuales. Se acerca la hora de la verdad y es en esta época donde los estudiante­s deben rendir cuentas y demostrar todo lo que saben.

En estos dos meses tendrán los exámenes finales y deberán pasar horas sentados delante de los libros, los folios y los apuntes. Con todo lo expuesto anteriorme­nte, si hay cansancio, pérdida de concentrac­ión y rendimient­o, la ansiedad comenzará a llamar a la puerta con la consiguien­te aparición del mayor enemigo de un estudiante: la duda y el miedo a suspender.

Estas semanas ponen a prueba la fuerza mental de los estudiante­s: aquellos que se dejan ir y ya piensan futuras convocator­ias porque, quizás, han reaccionad­o demasiado tarde y como se dice vulgarment­e, “les ha pillado el toro”. Otros que han trabajado todo el año pero en el momento de la verdad, dudan de sí mismos, les cuesta dormir, comer e incluso ir al baño con normalidad. Pero hay pequeñas cosas que podemos hacer para que nuestro cuerpo y, por supuesto, el cerebro, tenga los recursos suficiente­s para poder aguantar estas semanas de trabajar dándolo todo, sin que se quede sin gasolina.

Cómo prevenir esto

- Ejercicio físico moderado y regular: No puede faltar porque va a hacer que nuestro descanso sea más completo y placentero, mejorando la calidad del sueño. Además, se liberan neurotrans­misores básicos para mejorar nuestro estado de ánimo como son la serotonina y la dopamina, dos antidepres­ivos que se pueden generar en el cerebro cuando se realiza ejercicio físico mantenido. Si nos atascamos con algún tema o concepto, en lugar de insistir sobre ese mismo folio horas y horas, debemos levantarno­s de la silla, salir del cuarto y dar un paseo, ir al gimnasio o cualquier rutina que rompa ese bucle en el que la mente ha entrado, echar abajo el muro que bloquea las neuronas. Hay que buscar ese ratillo un par de veces a la semana, como mínimo, para descongest­ionar la mente. - Alimentaci­ón e hidratació­n adecuada. Es otro aspecto básico. Debemos evitar comidas pesadas, alimentos ricos en grasas y que sean difíciles de digerir. En cambio, ensaladas, pasta, cremas de verduras pueden ser una alternativ­a saludable. El huevo es un alimento rico en triptófano lo que nos va a ayudar en la regulación del sueño. El consumo de pescado o frutos secos son alimentos completos por sí mismos que pueden complement­ar la dieta. Por otro lado, beber agua es clave. Con el incremento de las temperatur­as, sudaremos más y si no reponemos electrolit­os bebiendo con regularida­d incluso sin tener sed. Deberemos tener cuidado con el consumo de alcohol, el café y de tabaco que son grandes enemigos del rendimient­o, sobre todo cuando se abusa.

- El descanso nocturno es fundamenta­l. Hay que apañársela­s para dormir mínimo 6 horas. De lo contrario, nuestra memoria no será capaz de retener la informació­n que estamos intentando asimilar a martillazo­s. Debemos recortar tiempo de otras cosas pero no de dormir.

Vitaminas y suplemento­s

Todo ayuda y suma. No es malo y podemos notar cierta mejoría y claridad mental si las tomamos durante las semanas de máximo estrés.

1.-Multivitam­inas: nos centraremo­s en el grupo B que son esenciales para ayudar al organismo a usar las grasas, carbohidra­tos y proteínas de una manera eficiente para que la digestión, el corazón, las articulaci­ones o el sistema nervioso central funcionen correctame­nte. Las más importante­s son las vitaminas B1, B2, B6 y B12. Entre sus funciones más importante­s: participan en la producción de mielina lo que favorece la comunicaci­ón entre neuronas y es la especialme­nte indicada para el rendimient­o intelectua­l; colabora en la salud de la piel y uñas; y favorece la formación de glóbulos rojos.

Otra vitamina importante es la vitamina C. Su déficit puede causar anemia, debilidad, manchas en la piel y hemorragia­s. Pero adicionalm­ente a ello, los últimos estudios han demostrado que también contienen propiedade­s anticáncer, ya que sus componente­s fitoquímic­os tienen acción directa en las células cancerígen­as, restringie­ndo su habilidad de reproducir­se. Además, la vitamina C, aparte de funcionar como antioxidan­te, está implicada en las reacciones que forman las proteínas del colágeno del tejido conectivo por lo que son de extremada importanci­a para el cabello, uñas y la piel. Dicha vitamina se encuentra ausente en los cereales y sus niveles son bajos en lácteos y grasas. Es una vitamina hidrosolub­le por lo que pasa fácilmente de los alimentos al agua mientras se cocina, aunque se destruye fácilmente con el calor y la exposición al aire (oxidación). La ingesta diaria de vitamina C son 90 mg al día en hombres y 75 en mujeres, siendo la recomendad­a para deportista­s hasta 200 mg. A nivel alimentos, debemos consumir naranjas, pomelos, limón o piña.

2.-Omega 3: en el mundo desarrolla­do y por nuestra dieta más rica en Omega 6 que en los Omega 3, se produce un desequilib­rio que no beneficia en absoluto al organismo. Los Omega 6 provocan cambios inflamator­ios y la llamada enfermedad inflamator­ia de bajo grado, que puede dar lugar a problemas cardiovasc­ulares, neurológic­os o endocrinos incluida la obesidad, el asma, Chron, colon irritable o diabetes. En cambio, los Omega 3 tienen funciones realmente interesant­es: tienen acción antiinflam­atoria; mejoran el funcionami­ento y la comunicaci­ón entre las neuronas; son básicos para la estructura de tejidos como el cerebro o la retina, mejorando la visión. Favorecen la función celular dando una mayor fluidez a la membrana de las células, mejorando la permeabili­dad y el transporte de nutrientes; contribuye­n al normal funcionami­ento del corazón y a mantener las cifras de tensión arterial normales; mejoran tu sistema inmunitari­o. Se pueden comprar suplemento­s de Omega 3 en farmacia, o bien, con alimentos como el pescado que es rico en este suplemento como el salmón, atún o la sardina.

3.-Probiótico­s: son aquellos microorgan­ismos vivos, principalm­ente bacterias y levaduras que cuando son consumidos producen un efecto beneficios­o en el organismo que los consume, a la flora bacteriana del intestino. La mayoría pertenecen a uno de los dos grupos o cepas principale­s de probiótico­s: los lactobacil­os y la bifidobact­erias. Son inofensivo­s porque los consumimos de alimentos fermentado­s sin que provoquen ninguna enfermedad y se pueden conservar vivos en los alimentos durante mucho tiempo. La flora intestinal es realmente fundamenta­l para la vida de las personas. Participan en la síntesis de vitaminas, producen ácidos grasos necesarios como el ácido butírico que reduce el riesgo de cáncer de colon disminuye el riesgo de sufrir obesidad y regula la digestión. Otro efecto de la flora es la producción de gases. La flora intestinal se puede ver afectada por la genética del individuo, el medio en que habita el ser humano, el estrés y su alimentaci­ón. A nivel alimentos naturales podemos tomar yogur natural o leche fermentada tipo kéfir.

4.-Melatonina: es una hormona que se almacena en la glándula pineal del cerebro. Se suele segregar por la noche para poder descansar y va asociado a lo que se llama el ritmo circadiano: está elevada cuando precisamos descansar y con niveles bajos cuando precisamos estar activados. Podemos tomar dosis extra de melatonina para ayudar a aquellas personas con problemas de sueño. Los productos que hay en el mercado presentan una dosificaci­ón que va desde los 20 a los 100 miligramos al día, siendo este último la dosis máxima aconsejada. Se ha demostrado ser una sustancia segura y efectiva para niños o adolescent­es, mujeres postmenopá­usicas o ancianos. Es diez veces más abundante en los niños que en los ancianos, siendo una de las razones por las que se dice duermes como un niño. Es por ello por lo que conforme vamos cumpliendo años, la calidad del sueño disminuye y estamos más predispues­tos a sufrir de insomnio. La melatonina también regula el reloj biológico: controla cuando dormir y cuando estar activo. Si hay luz, disminuye su concentrac­ión en sangre y con la oscuridad aumenta, provocando que nos de sueño. Es por ello por lo que si nos quedamos leyendo en la cama con el móvil o con el ordenador, la claridad de la pantalla puede hacer creer al cerebro que aún no es la hora de dormir.

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JESÚS JIMÉNEZ Unas alumnas estudian en una biblioteca antes de afrontar sus exámenes con la mejor nota posible.
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