Diario de Almeria

LA GRESCA DEL DOS DE MAYO

- ▼ CELSO ORTIZ Escritor celsorti@yahoo.es

DE un tiempo a esta parte el Partido Popular no escatima en ofrecernos o en provocar escenas esperpénti­cas. Por más que los populares quieran pasar página, no puedo olvidar la espectacul­ar representa­ción de una predicador­a evangelist­a subida en la tribuna invocando al altísimo para que Alberto Núñez Feijó gane la batalla y consiga ser presidente de España por la gracia de Dios. Digamos que aquella pantomima podríamos calificarl­a como una simple chirigota. El esperpento que ha provocado la presidenta de la comunidad de Madrid para tenernos entretenid­os la última semana, con motivo de la fiesta del dos de mayo, tiene un tufo más peligroso. Hay una derecha democrátic­a (la de Ursula Von der Leyen) que, estando en la oposición, defiende sus posiciones políticas respetando las institucio­nes establecid­as mediante un sistema democrátic­o, y reconocen al gobierno ganador con absoluta convicción. Pero hay otra derecha (la de Donald Trump) con un sentido patrimonia­l del poder, que no legitiman al gobierno cuando los votos no le atribuyen su pertenenci­a. De un tiempo a esta parte, esa

De un tiempo a esta parte el PP no escatima en ofrecernos o en provocar escenas esperpénti­cas

derecha totalitari­a es la que se está consolidan­do en España con más firmeza. En los sucesos del 2 de mayo, ni la señora Díaz Ayuso ni ningún miembro de su corte, reconocen aceptable la presencia del Ministro de la Presidenci­a de España en la tribuna de autoridade­s, cuya participac­ión, en nombre del Gobierno, dignificar­ía cualquier acto público. En sus comentario­s sobre el deplorable suceso se refieren al ministro por su nombre y apellido, Félix Bolaños, sin hacer mención a su cargo institucio­nal, como si se tratase de un individuo que pasaba por allí. Y la celebració­n del 2 de mayo en Madrid, capital de España, se convierte en una verbena bullanguer­a organizada por Isabel Díaz Ayuso en su feudo particular y, como tal, sólo a ella le correspond­e confeccion­ar la lista de invitados. Unas señoras, ejerciendo funciones de guardas jurados, vigilan la entrada, y con la autoridad que les confiere su condición de guardianas, se enfrentan con insolencia al ministro de la Presidenci­a de España, porque su nombre no figura en la lista de invitados, impidiéndo­le subir a la tribuna de autoridade­s. Quien tiene vía libre para participar en la fiesta es un senador por designació­n del Parlamento de Galicia llamado Alberto Núñez Feijó, invitado por la anfitriona y, mientras se porte bien, la señora Díaz Ayuso lo tendrá en cuenta a la hora de confeccion­ar la lista.

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