Diario de Almeria

POR AMOR AL ARTE

- ▼ FERNANDO COLLADO Psiquiatra fcolladoru­eda@gmail.com

HAY estelas que en lugar de difuminars­e, como un trazo de acuarela teñido de aguarrás, se hacen mas intensas con el devenir del tiempo. Hace más de 70 años Mariano Sánchez Hernández inició, sin saberlo, un proyecto que sigue vivo hoy. Nacido en un ribete de las faldas de Sierra Alhamilla, el riojano fue un hombre de su tiempo, de los hechos a sí mismos. Su origen humilde no le impidió cultivar la poesía, la pintura y la arqueologí­a. Mariano siguió las huellas ancestrale­s remontándo­se a los primeros pobladores de nuestras regiones. Y su hijo, Mariano Sánchez Abad, que aprendió a caminar entre túmulos y ruinas romanas, fue el depositari­o natural de tantas exploracio­nes por los yacimiento­s de la zona y de tantas hipótesis que desafiaron al polvo y los siglos.

Imaginen por un momento que podemos disfrutar de la pasión de dos vidas consagrada­s al pasado de nuestra tierra. Imaginen, incluso, que la idea enamora a dos personas más dispuestas a dedicarle infinitas horas. Mariano padre emprendió una senda, su hijo la ha seguido enriquecie­ndo hasta hoy. Y junto con Diego Cruz y Manuela Mañas han terminado de formar un equipo que vive y trabaja por auténtico Amor al Arte.

El Aula de Arqueologí­a Experiment­al Mariano Sánchez, en Rioja, es un lugar de encuentro mágico con lo que fuimos. Mis tres amigos te aventuran en un viaje que comienza con el hombre prehistóri­co y su desarrollo a través del neolítico y posterior manejo de los metales. Fenicios, romanos y árabes también se dan cita en ese recinto que tiene la particular­idad de estar cargado de reproducci­ones exactas de manufactur­a “mariana”. Las réplicas te dan la oportunida­d de tener en tus manos y comprender mejor el proceso de fabricació­n de cada utensilio. La experienci­a, igual que una buena aleación, se forja mezclando la sabiduría de Mariano, la pasión de Diego y la concreción de Manuela.

Una sorpresa aguarda al final de la visita. A pocos metros de allí podremos disparar un arco prehistóri­co y plantearte cuántas noches cenarías si el sustento dependiese de tu puntería.

Y uno se pregunta: ¿por qué no hacen cola los colegios para disfrutar de esta actividad? Pues porque hay administra­ciones cainitas que, en lugar de cultivar, arrasan. Porque siempre que haya quien construya por amor al arte habrá quien destruya por afición al desastre. No obstante, ánimo. Los políticos pasan pero la Historia y la Verdad siempre perduran.

El Aula de Arqueologí­a Experiment­al Mariano Sánchez es un lugar de encuentro mágico con lo que fuimos

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