¿POR QUÉ ALMERÍA VOTA AL PP?
HE visto a un niño con el anagrama del PP pegado en sus mofletes pasear tan ufano Paseo deAlmería arriba. Ya, desde pequeño, viste los colores que comprometen su inocencia, instalados ya en la conciencia de su vida, con la misma naturalidad política que lo votan sus padres. Aquí la gaviota almeriense vuela bajo a la pesca por arrastre aprovechando la basura y el mar de cólera contra el usurpador Pedro Sánchez, cuya gobernanza por ley natural es patrimonio del PP. Quizás por eso hace casi veinticinco años el PP es el sistema mental de la mayoría de los votantes de esta capital. No voy a ser retorcido, no hay un plan trazado, es felizmente espontáneo, es como si la gente alimentara la sensación permanente de que si gobierna otro que no sea el PP es porque le ha sido usurpada la autoridad que por tradición e historia le corresponde a la derecha. Pero, maldita sea, me resisto a creer que se vota al PP por el miedo que conjura el peligro de la izquierda, como si el PP fuera la última moda del catálogo de rebeldías posibles. Hace unos días pasó por aquí la portavoz del PP, la señora Cuca Gamarra, a piropear un ayuntamiento que presume de baja fiscalidad, cuando
He visto a un niño con el anagrama del PP pegado en sus mofletes pasear tan ufano Paseo de Almería arriba
es la más alta de los ayuntamientos de su entorno. La vi, justo en el momento de dar un respingo, cuando delante de ella pasaba una moto a todo hostia, sorprendida por el atronador ruido que arrastraba. Ella no sabe, claro, que el ruido de las motos que cruzan cagando leches nuestras calles es el pan nuestro de cada día; como no sabe de la ausencia imaginativa y participativa de propuestas culturales la ciudad, muy lejos de las de Granada o Málaga; y qué de las basuras que acumula la ciudad o los alcorques de los árboles y papeleras rebosantes de porquería. Y qué del despilfarro, del que nadie se da cuenta, a causa de los desvaríos extrajudiciales del Ayuntamiento. Y qué de las reiteradas amonestaciones del Defensor del Pueblo Andaluz a causa de la mala gestión en los expedientes y reclamaciones ciudadanas, aunque eso a don Ramón Pacheco le traía al fresco y a la actual no le da ni frio ni calor. Y qué de esa política urbanística especulativa con la que quieren convencer de que lo sostenible hoy es vivir en urbanizaciones, mientras se descuida la calidad de vida de los barrios, se parchean los acerados y calles del centro histórico y nuestros parques carecen de imaginación creativa. Haga lo que haga o diga lo que diga, las propuestas de la derecha para gobernar el ayuntamiento de la ciudad no va a contribuir a modificar ese sistema mental que lleva a pensar que todo consiste en que el PP acabe con los malos que, claro, son los del PSOE. Como el niño con el logo del PP en los mofletes, hay un electorado fiel que no castiga el ver convertido el programa al que votaron en un bluf porque aquí el PP es un gen que se lleva en el ADN. Pero, qué si los malos fueran los del PP.