Biden-Sánchez: compromiso para la limpieza de Palomares
● A falta de acuerdo, el presidente del Gobierno arranca una nueva promesa (la enésima) ● “Hemos trasladado la cuestión a los equipos técnicos”, asegura Sánchez
Como todo lo que rodea Palomares, una vez más ha sido más importante el envoltorio que el regalo. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se reunió ayer con Joe Biden, su homólogo estadounidense, con tres bloques de asuntos entre los que se encontraba la retirada de la tierra contaminada por radiación en el núcleo almeriense de Cuevas del Almanzora.
No se esperaba un acuerdo, pero sí pasos en firme. Pero, de momento, ni una cosa ni la otra. Pedro Sánchez explicó en la rueda de prensa posterior al encuentro que “ha habido un avance”, y asegura que han trasladado a sus equipos técnicos “la necesidad de reunirse cuanto antes” para salvar problemas técnicos y que Estados Unidos se lleve la tierra contaminada. Concretamente, para “sacarla de España” y así “resolver el problema” de manera definitiva.
“Hemos quedado en mostrar nuestra voluntad de resolver este problema”, concluyó Sánchez. Evidentemente, hay que volver a mirar al futuro. Aunque siempre hay que confiar en que esta vez sea la definitiva.
La última petición
En marzo del presente año, Palomares regresó a escena tras un tiempo de calma. La retirada de tierra fue nuevamente objeto de atención mediatica tras conocerse que el Gobierno español había presentado oficialmente una solicitud a Estados Unidos para la limpieza de un importante proyecto energético. La petición fue realizada hace varios meses ante la Secretaría de Estado, buscando asesoramiento para la implementación del proyecto.
Posteriormente, la solicitud fue remitida al Departamento de Energía del Gobierno estadounidense para su evaluación y consideración. Actualmente, los expertos de dicho departamento están llevando a cabo una revisión detallada y análisis exhaustivo de la petición.
Esta colaboración entre ambos países permitirá el impulso y fortalecimiento del desarrollo de proyectos energéticos innovadores y sostenibles en el futuro cercano. Es importante destacar que, gracias a este tipo de colaboraciones internacionales, se pueden obtener beneficios para la sociedad en su conjunto, como la promoción del uso de energías limpias y la protección del medio ambiente.
Un acuerdo fallido
En 2015, la visita del Secretario de Estado estadounidense John Kerry a España parecía marcar un hito en el largo proceso de limpieza de Palomares. Durante su encuentro con el presidente del gobierno español, se firmó una declaración de intenciones entre ambos gobiernos, en la que se comprome
tían a llegar a un acuerdo para poner fin a una pesadilla que llevaba más de 50 años.
Uno de los puntos clave de este acuerdo era el proceso de retirada de la tierra radiactiva. Se esperaba que el proceso de retirada durara aproximadamente tres años y que el coste de los trabajos, que ascendía a más de 600 millones de euros, fuera sufragado tanto por el gobierno español como por el estadounidense, aunque no se hizo público el porcentaje de cada uno. En principio, España se encargaría de la retirada de la tierra contaminada, mientras que Estados Unidos se encargaría del traslado y el depósito final en el estado de Nevada, lo que suponía la parte más costosa del proceso.
La firma de la declaración de intenciones fue vista como un importante avance en el largo proceso de limpieza de Palomares, que llevaba más de medio siglo sin solución. Se esperaba que la colaboración entre ambos gobiernos permitiera impulsar y fortalecer el desarrollo de proyectos energéticos innovadores y sostenibles en el futuro cercano.
Sin embargo, a pesar de este importante avance, el acuerdo finalmente no se concretó . La retirada de la tierra radiactiva sigue siendo uno de los principales obstáculos para la recuperación de la zona y la confianza de los habitantes de la región en la seguridad de su entorno.
57 años pisando plutonio
El accidente nuclear de Palomares en 1966 fue uno de los mayores incidentes nucleares en la historia de España. El choque entre un bombardero B-52 y un avión cisterna KC-135 provocó la caída de cuatro bombas termonucleares de las cuales, afortunadamente, ninguna de ellas explotó. Sin embargo, la explosión de los explosivos convencionales provocó la dispersión de plutonio y otros elementos radiactivos en una zona de más de 200 hectáreas en la pedanía de Cuevas del Almanzora.
A pesar de los riesgos evidentes para la salud de los residentes locales, la respuesta inicial de los Estados Unidos fue insuficiente y tardía. En una primera “limpieza” de la zona, se recogió una pequeña cantidad de material radiactivo, que se distribuyó en 4.810 barriles. Sin embargo, de los nueve kilogramos de plutonio que se estima que cayeron sobre Palomares, los Estados Unidos solo retiraron 270 gramos.
En lugar de limpiar la zona adecuadamente, los Estados Unidos optaron por enterrar la mayor parte del material radiactivo en un cementerio nuclear en Carolina del Sur. Solo dos barriles se enviaron a Los Álamos, Nuevo México, para ser examinados. La verdadera magnitud del daño ambiental y los riesgos para la salud humana permanecieron en gran parte ocultos durante décadas.
El accidente
En la mañana del 17 de enero de 1966 se produjo sobre Palomares la colisión accidental de dos aeronaves (bombardero B-52 y avión nodriza KC-135) pertenecientes a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos durante una operación rutinaria de repostaje en vuelo. Los cuatro tripulantes del aviónnodriza y tres del bombardero perecieron en la explosión y sobrevivieron cuatro oficiales del bombardero. Ambas aeronaves quedaron completamente destruidas y sus restos de distintos tamaños se extendieron sobre cientos de hectáreas en el litoral y el mar de la zona, entre ellos cuatro ingenios termonucleares que se transportaban en el bombardero. Dos de ellos cayeron sobre el cauce del río Almanzora (bomba nº 1, denominación que atiende al orden en que se localizaron las bombas) y el mar Mediterráneo (nº 4), a 9 km de la costa, sin daños apreciables ni consecuencias radiológicas, por la acción de sus paracaídas. La bomba nº 2 impactó a gran velocidad (sus paracaídas se quemaron en la explosión) contra el suelo de un valle situado al oeste de Palomares, causando la detonación del explosivo convencional que volatilizó el Plutonio contenido en la bomba y se incendió, dispersándose en el aire y contaminando amplias extensiones de terreno incluso a cierta distancia del punto de impacto. La bomba nº 3 impactó con menos violencia contra el suelo de una parcela muy próxima al casco urbano de Palomares y sólo detonó parte del explosivo convencional, produciéndose la fragmentación de la bomba y volatilización sin incendio de una fracción del Plutonio que contenía, lo que causó su dispersión en un área más limitada.
La radiación en soldados
La Ley PACT (Ley de Promesa para Abordar los Tóxicos Integrales) firmada recientemente por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha sido aclamada como la mayor expansión de atención médica para veteranos expuestos a sustancias tóxicas desde 1991. Además de proporcionar atención médica a los veteranos que han sido expuestos a sustancias tóxicas, la ley también incluye a aquellos veteranos que se enfrentaron a la radiación de Palomares en 1966.