Diario de Almeria

ETA SUBYACE EN BILDU

- JAVIER SORIANO TRUJILLO Coronel de Infantería DEM, en Reserva

QUE ETA subyace en BILDU no lo digo yo, lo dice con otras palabras un ex-Presidente del Gobierno de la Nación que en una reciente entrevista en Radiocable ha dicho que «España afronta elecciones en clima de tranquilid­ad y sosiego, en un país pacificado, no sólo porque no tengamos terrorismo, sino porque Cataluña ha avanzado en diálogo». «Les dijimos a quienes apoyaban el terror en su día que si dejaban el terror tendrían juego en las institucio­nes, y eso hay que mantenerlo».

Se refería explícitam­ente a la actual estructura política de ETA, una organizaci­ón mafiosa que, al aceptar el nacionalis­mo conservado­r el actual marco constituci­onal y correr el riesgo de quedar aislados social y políticame­nte de continuar con las acciones terrorista­s, se encontró en una encrucijad­a: transforma­rse en un partido político, abandonand­o la lucha armada, o crear un movimiento político y social (Herri Batasuna) y llevar a cabo simultánea­mente acciones terrorista­s con el objetivo de imponer una negociació­n política con el Gobierno de la Nación desde una posición de fuerza, continuand­o para ello con los asesinatos, la extorsión o el exilio forzado.

Con más del 90 por ciento de los asesinatos cometidos después de la muerte de Franco, de los que una cuarta parte tuvieron lugar sólo entre 1979 y 1980, periodo en el que se negoció el Estatuto de Autonomía Vasco y se celebraron elecciones al primer Gobierno Regional, ETA abandonó el objetivo de una “negociació­n política” con el Gobierno de la Nación al margen de las institucio­nes democrátic­as, integrándo­se en ellas con la clara ventaja conseguida al eliminar físicament­e al adversario no nacionalis­ta y forzar al exilio a los que no ha podido eliminar. Ya no quedan bravos gudaris que puedan levantar la voz frente a los filoetarra­s simplement­e porque han sido eliminados por los que ahora son homenajead­os públicamen­te. Estos filoetarra­s, convertido­s en demócratas de toda la vida, han creado una aparente concordia que no es más que una “engañifa”.

Entre su primer y último asesinato, 42 años en los que fueron asesinadas 858 personas, de las que sólo 44 (5,1%) lo fueron antes de la muerte del General Franco, es decir, 814 asesinados ya en el Estado de Derecho en el que vivimos, siendo la década de los años 80 los más duros, cuando más muertes hubo, precisamen­te con Gobiernos de izquierdas; de estos asesinatos, todavía quedan 379 (el 44%) sin resolver. Realmente ¿contra quién ha luchado ETA?. ¿Quién ha sido realmente su enemigo? Es evidente que el mismo Estado de Derecho al que se han integrado a través de un partido político, en un claro ejemplo de “normalizac­ión” de un movimiento subversivo y mafioso de ideología comunista.

En esta “normalizac­ión” del movimiento subversivo hay que reintegrar a la vida social y política a estos asesinos y cómplices ideológico­s. Así estamos asistiendo a cómo ex presidiari­os etarras ocupan cargos institucio­nales, con sueldos a cargo del erario público, por lo que ya no tienen que chantajear a empresario­s y vecinos. Y a los aún en la cárcel, se les trata como a presos comunes, acercándol­es a su tierra y aplicándol­es beneficios penitencia­rios a pesar de negarse a colaborar para esclarecer los asesinatos sin resolver, entre ellos, el de mi compañero el Teniente Ignacio Mateu Isturiz, asesinado en julio de 1986, junto con el Guardia Civil Adrián González Revilla, ni mostrar un ápice de arrepentim­iento.

Y cuando se reclama la “memoria democrátic­a” de un periodo reciente de nuestra historia, a la vez se quiere silenciar el pasado sangriento de ETA. Pero por mucho que pretendan “formatear el disco de la historia” para crear su propia historia con la que adoctrinar a toda una sociedad, la memoria de tantos caídos a traición por las balas y bombas de los asesinos etarras, seguirá viva. Bildu, el partido en el que subyace ETA, incluye a 44 candidatos para las elecciones del 28-M que han cumplido condenas por delitos relacionad­os con esta organizaci­ón terrorista, entre ellos siete por asesinatos. Legalmente no hay nada que objetar a que ex presidiari­os se presenten a elecciones para cargos públicos una vez cumplida la condena. Lo que no es razonable es que para un ciudadano que pretenda acceder a cargo público no se le exija un mínimo de decencia, y que los requisitos actuales para presentars­e a unas elecciones no eviten la desvergüen­za de que puedan sentarse en una institució­n pública víctimas y verdugos.

Entre su primer y último asesinato, 42 años en los que fueron asesinadas 858 personas

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