Los hallazgos más importantes en la historia del centro
Cincuenta años han dado para mucho en Calar Alto. Sería imposible resumir sus hallazgos, pero el astrofísico Gilles Bergond, a través de un particular trabajo de análisis, se queda con dos, uno de décadas atrás y otro más reciente.
En 1994, Calar Alto fue el primer observatorio terrestre en ver impactar el cometa ShoemakerLevy 9 contra Júpiter. Las imágenes en el infrarrojo tomadas con el 3.5 m y la cámara MAGIC (entonces una de las mejores en el mundo pues Calar Alto ha sido de los pioneros en astronomía infrarroja) han dado la vuelta al mundo mostrado a la gente lo que podría ocurrir a nuestro propio planeta”.
“Por eso colaboramos con la ESA, vigilando cada noche desde Calar Alto los objetos (asteroides, cometas, satélites...) potencialmente peligrosos que se acercan a la órbita terrestre”, explica Bergond al respecto.
De los hitos más recientes, el astrofísico se queda que el descubrimiento de los exoplanetas Teegarden b y c, ambos en la zona habitable de su estrellita, “es de los más llamativos dentro de los más de 60 “otros mundos” detectados hasta ahora por CARMENES”.
“Con los programas en curso (incluyendo dos grandes legados con CARMENES, más las observaciones con el espectrógrafo CAFÉ), vienen más detecciones y caracterizaciones de otros mundos”, explica.
“Pero quizá lo más sorprendente es que conseguimos estudiar las atmósferas de algunos de esos exoplanetas, los que pasan delante (y detrás) de su estrella, en lo que llamamos “tránsitos”: durante estos “mini-eclipses”, con los espectros de CARMENES (en particular analizando la parte infrarroja), se puede saber qué elementos químicos componen la atmósfera del exoplaneta en tránsito, ¡aunque no podemos ver este planeta de manera directa!”.
Bergond señala que así han descubierto por primera vez en “un planeta fuera del sistema solar, oxígeno neutro. Se trata del planeta KELT-9b, un Júpiter ultracaliente con una temperatura de casi 4000 grados (más que muchas estrellas). Prueba que la presencia de oxígeno en la atmósfera no implica que sea habitable (y aún menos habitado)...”