BUSQUETS, EL HOMBRE INVISIBLE
PARA el barcelonismo llegó la noticia que, por muy esperada que fuera, no deja de impactar emocionalmente al inconsciente culé. Sergio Busquets anunció que se va, que deja el club del que aún es símbolo y timón. Junto a Jordi Alba y Sergi Roberto, el de Sabadell es el último sobreviviente de una generación que dio al Barcelona y a España las mayores glorias futbolísticas.
Busquets es con seguridad, la versión 2.0 de los mediocentros modernos. El hombre capaz de hacer rápido lo que el espectador ve en cámara lenta. El tipo en el que Vicente del Bosque se reencarnaría como jugador de fútbol, “Si ves el juego no ves a Busquets, pero si ves a Busquets, miras todo el juego”, diría el técnico campeón del mundo. El que logró hacer posible lo más complicado del juego, que es que hacer circular el balón al primer toque parezca sencillo. El que hizo compatible su puesto con el de Xabi Alonso en el mundial de Sudáfrica, pese a la crítica de los que saben. Nadie creía que estos dos jugadores podrían hacerlo juntos y a la vez. El tolosarra confesaría luego que Busquets, en su opinión, había sido el mejor jugador del campeonato. El volante tapón y el que destapa el atranque metido entre los dos centrales para que el portero siempre tuviera a quien dársela en el pie y salir jugando. El ejecutor de las nuevas ideas. El hombre en el que deben mirarse aquellos que pretendan jugar un fútbol actual
Con Busquets se va un buque insignia. El que marca el estilo. La pausa. El director de orquesta. El hombre en las sombras que hace que brillen los delanteros. El cultivador de perfiles bajos que dice adiós a través de un comunicado en sus redes sociales que le ha bastado como anuncio y despedida. Como es él, sin fanfarrias ni estridencias. Sin cortometrajes. Sin espectáculos extras ni horteradas. Se va, pero con seguridad luego de su retiro, le espera un lugar de privilegio en el club de toda la vida. Porque si hay que buscar un modelo de ejemplaridad, seguramente lo encontraremos en el ‘5’ del Barcelona, si somos capaces de ver, claro, al hombre invisible.