RESPETO, MEMORIA Y RECONOCIMIENTO
EL 20 de octubre de 2011 se dio por finalizada la lucha armada de ETA. Desde su fundación en 1958, su primera acción violenta en 1961 y el primer asesinato en 1968, durante 42 años se extendió un manto de terror y de injusticia en la sociedad vasca y española, con el resultado trágico e irreversible de la muerte de más de 900 personas. La lucha de toda la sociedad contra esta sin razón fue heroica, con mucha más trascendencia en el País Vasco pero también en el resto del Estado. Los empresarios extorsionados
con el impuesto revolucionario, los cargos públicos amenazados de muerte y con escoltas, los cuerpos de seguridad en permanente alerta, la sociedad intimidada y amordazada por el miedo a las represalias; todo esto formaba parte de la vida cotidiana, del día a día de miles de personas, y no es fácil imaginarlo sino se ha tenido la experiencia directa, sino se ha sentido el pulso vital de esos momentos. Hace más de diez años que terminó esa pesadilla y la situación ha ido evolucionando hacia una normalidad, hacia una convivencia en paz que está permitiendo un desarrollo económico y social, un camino donde el tiempo juega a favor de restañar heridas, pasando de una imposición de las ideas por la fuerza de las armas a otro escenario donde imperan las ideas, el diálogo y la palabra. Y no se
trata de olvidar el pasado, que siempre debe tenerse en cuenta, se trata de hacer justicia, de que los responsables de esos crímenes cumplan sus condenas y, al mismo tiempo, de perdonar y mirar hacia el futuro.
Pero parece que algunos añoran la situación anterior y no están dispuestos a avanzar. Y para ello no les importa poner encima de la mesa los cadáveres de las víctimas y utilizarlos para atacar a sus contrarios, con una falta clamorosa de respeto hacia la memoria de esas personas y sin consideración hacia el dolor de sus familiares y amigos. ¿A qué intereses responde que ante unas elecciones municipales algunos se dediquen a tremolar la bandera fantasma del terrorismo? A final de mes estaremos decidiendo sobre quien gobierna el futuro de nuestros pueblos y ciudades, y en lugar de discutir sobre modelos de gestión, proyectos urbanos o mejoras de las condiciones de vida de los ciudadanos, nos dedicamos a aventar escenarios afortunadamente superados. Honremos la memoria de quienes dieron lo más preciado que tenían, su propia vida, porque gracias a ellos hoy disfrutamos de un futuro mejor.
Respeto, memoria y reconocimiento.
Honremos la memoria de quienes dieron lo más preciado que tenían, su vida, porque gracias a ellos hoy disfrutamos de un futuro mejor