LA DELGADA LÍNEA
MOVERSE en la delgada línea que separa el ser un simpático seguidor de su equipo favorito de ser un completo obseso que a duras penas es capaz de desligarse del fútbol es realmente complicado. Hay veces en las que cae bien, en una reunión de amigos o en una cena en parejas, sacar el teléfono, pasar de toda conversación y ver el partido en esa minúscula pantalla de seis pulgadas. El resto se ríe, bromea sobre tu fanatismo, sigue a lo suyo y te pregunta a cada rato, de forma condescendiente, cómo va la cosa, supongo que por no terminar de marginarte, como si a ti te preocupase. En cambio, en eventos más serios el tema se complica. Entonces pasas a ser el friki ese que se aísla con el móvil porque no sabe mantenerse emocionalmente al margen de un partido de fútbol ni siquiera en un día importante y señalado. Exactamente esta será mi situación hoy cuando invierta dos horas de la boda de uno de mis amigos de la infancia en ver un Almería-Mallorca. Porque, si normalmente ya sería duro obviar un partido de nuestro equipo, en el momento crítico de la temporada
Si otrora el estudiante de la universidad se jugaba todo el curso en el examen de junio, ahora el estudio habitual puede tener premio en forma de aprobados en los diferentes parciales. Así encara el Almería su trascendental cita ante el Real Mallorca, marcada en rojo en el calendario, máxime al tener que visitar San Sebastián el próximo martes, teniendo enfrente una Real Sociedad que se juega su pase a Europa. Con la idea de no jugar sin red ante el Real Valladolid y Espanyol, el triunfo almeriense ante los de Aguirre serviría para tomar oxígeno y dejar la permanencia prácticamente sentenciada. el tema ni se plantea, entendiendo por momento crítico ese tramo liguero, ya muy al final, en el que te sabes de memoria no solo los enfrentamientos que les quedan a los tuyos, sino también al resto de rivales directos, habiendo hecho cábalas en torno a todas las posibilidades habidas y por haber. Esta es la vida de un aficionado al fútbol. A veces, cuando uno piensa en contagiar esta pasión a su futura —y lejana— prole, más que sobre la frustración de los malos resultados reflexiona sobre las ataduras de los fines de semana. Lo libre que te sientes los domingos sin liga y lo pirado que pareces cuando te obsesionas con no hacer planes que coincidan con el partido de turno. En cualquier caso, Nono, Cristina: felicidades. Aprovecho para hacerlo por aquí. Nunca se sabe si, cuando paséis triunfantes por al lado de mi mesa, habrá un córner a favor del Almería que me impida levantar la mirada del móvil.