DALE LIMOSNA, MUJER .
.…QUE no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada”. Es probable que no existan unos versos más descriptivos, más sentidos y más conocidos que los de Francisco de Asís de Icaza. Unos versos que se leen y se repiten todos los días de año, centenares, miles de veces, por visitantes de todo el mundo. Que se fotografían, junto al mosaico que se colocó, hace más de 60 años, en el mirador del jardín de los Adarves, al pie de la Torre de la Vela, del conjunto monumental de la Alhambra, un azulejo de cerámica que recuerda el hermoso canto de los cuatro versos del escritor mexicano, que se lo llevan como souvenir y se conserva en los hogares de los cinco continentes mientras reiteran sin cesar la más sucinta y acertada recomendación que jamás se haya escrito para pregonar a los cuatro vientos el atractivo de nuestra vecina Granada.
Francisco de Asís de Icaza, escritor, historiador, crítico y diplomático, nació hace exactamente 160 años en Ciudad de México. El nombre de Granada se paseo
con orgullo por el mundo entero con la partitura de Granada, de Agustín Lara; los Cuentos de la Alhambra, del también americano Washington Irving y los versos de Icaza. A este último el tiempo lo ha colocado entre los populares embajadores de la ciudad nazarí.
Es muy curioso recordar que, siendo aún adolescente Francisco A. de Icaza, su alma sensible de poeta le hiciera presentir el atractivo de Granada desde su lejano origen. “Se había creado la visión de una paraje mágico, de un lugar de ensueño,
que un día iría a conocer”. En cuanto pudo –recordaba su hija, la escritora Carmen de Icaza colaboradora de los periódicos Ya, ABC y de la revista Blanco y Negro-, a los veinte años, su primera peregrinación deslumbrada fue hacia Granada”. Casó con la granadina Beatriz de León, de la que algunos dijeron estaba enamorado el propio rey Alfonso XII. Recordemos, también, el romántico viaje de novios que la pareja hicieron a la ciudad de la Alhambra, en 1898, y el encuentro casual con aquel ciego que le tendió la mano pidiendo limosna. Dicen que ahí fue donde surgió la primera frase de tan populares versos, “dale limosna mujer…”.
Lo mismo le ocurriría al maestro Lara, que sin conocer Granada y residiendo en México, escribió la partitura de igual nombre, tantas y tantas veces reproducida por las mejores voces del mundo.
El nombre de Granada se paseo con orgullo por el mundo entero con la partitura de Granada, de Agustín Lara