Diario de Almeria

NEOCLÁSICO POR FUERA

- ▼ JOSÉ MORENO Arquitecto www.medarquite­ctos.com

SI un guionista de cómic usa una poesía de Shakespear­e para orquestar una secuencia de viñetas, es necesaria la cita de dicho autor al pie de página. Si un director de cine quiere usar una canción de Hans Zimmer en su película, tiene que dirigirse a su estudio para comprar los derechos de las piezas en cuestión.

Sin embargo, si una película se desarrolla en una ciudad en concreto y cada escenario, cada paisaje y cada esquina ha sido diseñada por un arquitecto, ¿quién pide permiso para grabar la ciudad? La ciudad es parte de nosotros, es una extensión de nuestra vida, no es de nadie, es de todos. Podríamos decir que la arquitectu­ra y por lo tanto, el urbanismo, es una de las disciplina­s artísticas más libres que existen. Muchos autores regalan a la sociedad sus obras para el disfrute de todos los ciudadanos, eso sí, previo pago de sus clientes y promotores. Ningún pintor come pinturas. Una fachada puede ser translúcid­a o totalmente opaca, con proporcion­es verticales u horizontal­es, pero siempre es la encargada de aportar la escala al barrio y formar parte de la imagen urbana que tus ojos perciben cuando vas de camino al trabajo. En el interior de los edificios puede llegar a desarrolla­rse otro mundo, contarse otra historia, tener otro propósito. Los edificios pueden revelar su uso a través de su expresión exterior, pero también pueden ocultarlo, tratando a las fachadas como auténticas caretas de carnaval.

El Altes Museum de Berlín es un claro ejemplo de este juego de la ilusión. El edificio presenta una fachada principal totalmente neoclásica, con un ritmo de columnas jónicas que enfatizan aún más su horizontal­idad y que aporta el telón de fondo ideal para el parque público que descansa a sus pies. A pesar de todo, sus formas lineales quedan totalmente desvirtuad­as cuando entramos en su interior. Una gran sala circular iluminada por una apertura cenital en su cúpula evoca directamen­te al Panteón de Roma. El edificio trata de esconder su forma interior usando cualquier artimaña posible para ocultar la visión de la cúpula desde cualquier perspectiv­a de la plaza. En el clasicismo griego no existían las cúpulas, así que el imponente museo quiere ser fiel a sus principios, pero solo al exterior. El espacio interior es otra cosa, es más emotivo que representa­tivo.

Por fuera la imagen y por dentro la emoción, como los seres humanos, que nos vestimos de azul para esconder nuestro marrón corazón.

En el interior de los edificios puede llegar a desarrolla­rse otro mundo, contarse otra historia, tener otro propósito

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