NEOFASCISMO Y DESBANDÁ
Sería interesante un análisis jurídico de la consideración de los hechos de la “desbandá”, de acuerdo a los convenios de la Haya y Ginebra
RECIENTEMENTE se ha conmemorado un año más el hecho histórico conocido como la “desbanda” con profusión de banderas inconstitucionales y cargos institucionales. En este asunto, discrepo de la versión oficial del hecho en sí, que no deja de ser una verdad a medias, por lo que por lo leído en las crónicas de los periódicos locales, me podrían calificar como “neofascista”. Siendo militar sometido aún a la neutralidad política, no voy a manifestar opinión alguna de carácter político, pero sí de carácter histórico, que nadie me puede impedir. No podemos analizar una fase de la batalla de Málaga de manera aislada, descontextualizándola. Y la “desbandá” fue el resultado de la fase final de la batalla, dicho en términos doctrinales militares, la “explotación del éxito” de los nacionales para aniquilar al enemigo e impedir que pudiera reorganizarse para estabilizar el frente. De un análisis simplista de la batalla de Málaga, resulta incomprensible la actitud del mando republicano al entregar sin una defensa a ultranza la ciudad de Málaga el 8 de febrero del 37, lo que supuso para la República la pérdida de un puerto esencial para el control del acceso al estrecho de Gibraltar, y la posibilidad de atacar por tierra siguiendo el eje de penetración Málaga-Antequera-Lucena para eliminar la cuña nacionalista en territorio republicano hacia Granada, cercando esta ciudad.
El mando nacionalista supo aprovechar sus bazas para adelantarse a los republicanos y tomar Málaga, una ciudad controlada desde julio del 36 por los comités anarquistas, desafectos al propio Gobierno republicano. Las milicias anarquistas aguantaron unos pocos días la ofensiva nacionalista, sin plantear una defensa en casco urbano, casa por casa, terminando con un abandono de sus posiciones para retirarse en completo desorden por la única vía de comunicación no bloqueada por los nacionalistas, la carretera de la costa hacia Almería. Esta retirada, más bien huida, lo hicieron sin abandonar las armas y mezclados con los no combatientes, legitimando con ello los ataques del enemigo, y convirtiendo a los no combatientes en “escudos humanos”.
El gobierno republicano, desde mi punto de vista, poco hizo para defender Málaga, y posteriormente abandonando a su suerte a los milicianos anarquistas y no combatientes que huían hacia Almería, no empleando los medios navales disponibles en la base de Cartagena y los aéreos de aeródromos cercanos como el de Tabernas, para protegerles, y a la vez frenar el avance nacionalista. Esta huida hacia Almería de los milicianos armados, mezclados con los no combatientes, provocó un caos logístico y de orden público al mando republicano almeriense. Una ciudad, Almería, que de acuerdo al censo del 1 de julio de 1936, contaba con 56.143 habitantes. Hay que ser rigurosos con la cifra de huidos de Málaga, una ciudad que contaba en esa fecha con algo más de 180.000 habitantes. Y ni mucho menos toda la población de la ciudad malagueña la abandonó tras la toma nacionalista. Desde el 8 de febrero que cayó Málaga, hasta el 14, con la estabilización de la línea de frente en Albuñol, las tropas nacionalistas avanzaron unos 130 Kms en una clara operación de explotación del éxito, “pisándoles los talones” a los milicianos en retirada desordenada, mezclados con una masa de refugiados. La aviación y armada nacionalista atacaron para anular cualquier acción defensiva republicana que frenase su avance terrestre. Y la estabilización del frente se produjo en Albuñol al retirar el mando nacionalista parte de sus fuerzas para desplazarlas al teatro de operaciones de Madrid. De haber conservado el General Queipo de Llano todas las fuerzas que iniciaron la batalla de Málaga, es probable que hubieran alcanzado Almería, ya que entre Málaga y Almería no había una estructura defensiva republicana. Sería interesante un análisis jurídico de la consideración de los hechos de la “desbandá”, de acuerdo a los convenios de la Haya y Ginebra (en vigor en esa época), en el marco de una guerra civil. Curiosamente, no recuerdo que el gobierno republicano lo denunciara; en esto, igual estoy equivocado.