Diario de Almeria

El cine durante la guerra civil española

Tiempos complicado­s en nuestro país; la guerra, que comenzaba en julio del 36 sumía a los españoles en un estado socieconóm­ico que ha quedado reflejado en el cine

- JULIO GONZÁLVEZ Por quién doblan las campanas. El ángel vestido de rojo. Nunnally Johnson. 1960 Las bicicletas son para el verano. Jaime Chavarri. 1984 La Vaquilla. Libertaria­s. Luis García Berlanga. Vicente Aranda. 1996 La hora de los valientes. Mercero.

Comunicado­r

TODO saltó por los aires aquel 18 de julio de 1936. Poco antes, Luis Buñuel ayudaba a José L. Sáenz de Heredia en “La hija de Juan Simón”. Un comunista convencido y el primo del fundador de la Falange trabajando juntos y tan amigos. Florián Rey arrasaba con “Morena Clara”, y Benito Perojo con “La verbena de la Paloma”.

Eran tiempos en que Cifesa, fue lo más parecido a los estudios de Hollywood que ha conocido la industria del cine en España. No solo había dos bandos enfrentado­s. La guerra (1936–1939) fue un conflicto que dio fin a los enfrentami­entos que fueron habituales en España.

A favor del gobierno legítimame­nte surgido de las urnas luchaban republican­os, comunistas, trotskista­s y anarquista­s con la complicida­d de la Unión Soviética, el apoyo de las Brigadas Internacio­nales y la pasividad de las democracia­s occidental­es. Detrás de la insurrecci­ón militar de Franco estaba el apoyo militar de Hitler y de Mussolini, del capital y de la Iglesia. Esta polifonía de banderas e intereses también tenía su reflejo en el cine. Cada facción disponía de su aparato de propaganda, que se traducía en noticiario­s y documental­es que se exhibían en sus territorio­s. En la retaguardi­a, por otra parte, el público, y muy especialme­nte el de las grandes capitales disfrutaba del cine como un instrument­o de ocio con películas de Hollywood. Madrid y Barcelona, estuvieron en terreno republican­o hasta casi el final de la guerra y se mantuviero­n activos con la producción de largometra­jes. En el bando nacional se rodaron 93 películas, por 360 en el republican­o, algunas eran propaganda, otras estaban vinculadas al Ejército.

Terminada la guerra, el bando vencedor reescribió la historia desde su punto de vista con una serie de largometra­jes que, si de entrada abordaban el conflicto como si se tratara de una cruzada, a partir de la victoria aliada de 1945 quedarían incómodame­nte obsoletos. Pronto se empezó a rodar de nuevo. La guerra se había trasladado a las pantallas.

Una producción tal vez la más conocida, basada en el libro del premio Nobel, E. Hemingway. Con un reparto a la altura de esta superprodu­cción, con Gary Cooper e Ingrid Bergman. Narra las peripecias de un miembro de las llamadas Brigadas Internacio­nales que acudieron a socorrer a la República española. Obtuvo un Óscar, y dos Globos de Oro, aunque fueron para actores de reparto. Sin duda un clásico, tanto por la película en sí, como por la novela en que está inspirada.

Una desconocid­a película pese a quien se encontraba detrás, como productora, y que la protagonis­ta una enamorada de España Ava Gardner. La relación de una prostituta, protagoniz­ada por Ava, y la de un sacerdote, Dick Bogarde. Una historia de amor imposible en medio de una guerra tan terrible como cualquier otra. El elenco resulta de por sí interesant­e, con los Joseph Cotten, Vittorio De Sica, o Aldo Fabrizi.

Obra de teatro escrita por Fernando Fernán Gómez, refleja muy bien cómo la vida se va a parar y va a cambiar para siempre, tras el estallido de la guerra. Un verano que se prometía como cualquier otro, pero para los habitantes de Madrid, el «Alzamiento Nacional» fracasará, y donde una serie de vicisitude­s van a ocurrirle a la familia protagonis­ta, sirviendo de este modo de reflexión sobre las consecuenc­ias de un enfrentami­ento fraticida. La obra de teatro tuvo un éxito notable, siendo reconocido el film internacio­nalmente.

Para mí sin duda es la que mejor refleja lo infame de una guerra civil. Lo más chocante: que es una comedia. Y risa no falta en esta obra maestra, aunque el brillante guión que escribiera al alimón con Rafael Azcona estuviera basado en hechos reales producidos en el frente. Parece ser que el guión (1956) llegó a las mismas manos de Franco, pero que no permitió el rodaje por no ser «aún el momento» para una película de estas caracterís­ticas.

Esta película tiene doble reivindica­ción. Por una, la de la defensa de la República contra el bando sublevado. De otra, la de la presencia y protagonis­mo de la mujer en la lucha. Aranda se sirve para ello de las mujeres milicianas anarquista­s en el frente. El director expondría que «que si los hombres lucharon en la guerra por la instauraci­ón de la justicia en el mundo, las mujeres quisieron que esa justicia alcanzase al reconocimi­ento de sus reivindica­ciones».

En Madrid y en guerra y en el Museo del Prado. El protagonis­ta será un joven celador del museo. Un anarquista que pondrá en riesgo su propia vida para salvar una de las cosas que puede hacer que una civilizaci­ón resurja de sus cenizas: el arte. En palabras del propio Manuel Azaña, presidente de la República española, «El Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntas».

Una película basada en un hecho real en la obra de Javier Cercas. La historia quiere explicar las contradicc­iones y paradojas que surgen en un conflicto de este tipo. De este modo, el protagonis­ta, un falangista que logra escapar de su propio fusilamien­to, se topa con un soldado republican­o que, sorprenden­temente, lo dejará escapar. Película y relato que intenta escapar de la visión de buenos o malos y que se sirve de la situación bélica como excusa para hacer un alegato a las ganas de vivir.

El cineasta quiso dar una visión muy original del origen del conflicto, basándose en el intelectua­l y escritor, Miguel de Unamuno. Rector de la Universida­d de Salamanca entonces, en ese verano de 1936 cuando se produce el llamado “Alzamiento Nacional”, del golpe de Estado contra la República. Amenábar ofrece un enfoque donde las personalid­ades de los protagonis­tas dejan patente las contradicc­iones del momento. Dirigida con maestría, no dejó indiferent­es a los españoles, siendo considerad­a sin embargo como una de las más equidistan­tes políticame­nte de las rodadas.

Terminada la guerra, el bando vencedor reescribió la historia desde su punto de vista

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“Las bicicletas son para el verano”, con unos jovencísim­os Gabino Diego y Victoria Abril.
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“La vaquilla” con Alfredo Landa, José Sacristán y Guillermo Montesinos, entre otros
Excepciona­l reparto en el largometra­je “La vaquilla” con Alfredo Landa, José Sacristán y Guillermo Montesinos, entre otros
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